miércoles, 31 de agosto de 2011

Me voy.

Lo cierto es que uno no deja de sorprenderse a cada instante y no le queda más remedio que abrir los ojos de par en par. ¡Qué! ¡Cómo! La OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) ha publicado en el día de ayer un informe en el que alerta sobre los trucos de las empresas para no pagar impuestos. ¡Vaya novedad! Lo primero que uno se pregunta es ¿Son nuevos en esto o hasta ahora miraban hacia poniente?

La preocupación que les ocupa es la posibilidad que tienen las empresas para poder deducirse las pérdidas durante los años futuros en los que obtienen beneficios. Desde tiempos inmemoriales llevan haciéndolo (a pesar de que no me considero tan mayor) ¿Será porque hasta ahora todo eran beneficios? Se vulnera el espíritu de la ley, dicen.

Normas contables y fiscales marcan el camino a seguir por las empresas a la hora de calcular los resultados y tributar a las arcas del Estado. Auditores e Inspectores, entre otros, se encargan de emitir un juicio sobre el cumplimiento de la ley. Los primeros, opinando sobre si las cuentas reflejan la imagen fiel, los segundos, regularizando la situación fiscal si consideran que se ha efectuado una interpretación arbitraria de la normativa y esto supone una menor tributación.

Cualquier día descubren que existen paraísos fiscales y emiten un informe.

Claro que también puede ser que ante las serias dificultades que sufren (sufrimos) las economías de los distintos países nos pretendan convencer de que sería conveniente cambiar la ley para evitar que las empresas eludan impuestos. Ahora bien, que se planifiquen los impuestos a pagar utilizando todas las argucias que los vacíos legales permiten no es una novedad. Lo que sí es una novedad es que se enteren ahora.

En fin, ¡vacaciones! Las esperadas (y necesarias) vacaciones han llegado. Tres semanas de descanso. Pero no me voy, seguiré publicando mis impresiones en el blog con relativa frecuencia, aunque tengo que reconocer que a uno le apetece olvidarse por unos días de tanta crisis, reformas, política,… Pero también es cierto que dispondré de más tiempo para nuevas lecturas y para poder sacar conclusiones de forma más pausada.

martes, 30 de agosto de 2011

Debate.

Durante estos días hemos escuchado y leído diferentes declaraciones relacionadas con la controvertida reforma constitucional, sobre el llamado déficit estructural (olvidémonos del déficit cero para no herir sensibilidades).

La deuda pública crea una carga para las generaciones futuras”, “la reforma… evita que se trasladen a las generaciones futuras los excesos de las cuentas públicas”, etcétera.

Discutible.

Lo primero es hacer hincapié en por qué se produce el déficit. Los Estados mantienen una capacidad de ingresos básicamente mediante impuestos y, con ellos, deben hacer frente a los gastos presupuestados (sanidad, educación, pensiones, compras de bienes y servicios,…). Cuando estos últimos son superiores a los primeros se produce el llamado déficit, que debe ser financiado. Existen tres vías para ello: Más impuestos, creación de dinero y emisión de deuda pública. La primera vía no gusta, la segunda, la política monetaria, está cedida a la UE (Banco Central) y sólo nos queda la tercera, pidiendo prestado dinero a cambio del pago de intereses. Deuda pública que es suscrita por diferentes tipos de inversores.

Entiendo que el centro del debate se encuentra en la carga financiera que supone la emisión de esta deuda, ya que varía en función de la confianza que obtengamos de los mercados.

Pero, ¿realmente esta deuda supone una carga para generaciones futuras?

Como sabemos todos (lo experimentamos en nuestra propia carne como contribuyentes), el Estado recauda anualmente los impuestos con los que deberá hacer frente al pago de sus obligaciones, y entre éstas se encuentra el pago de los intereses de la deuda pública a quienes poseen los títulos. Intereses que se devengan, también, anualmente, y que son abonados a los diferentes inversores cada año. Así pues, durante la vida de la deuda (bonos, obligaciones,…) se recaudan cada año impuestos para pagar los intereses de ese mismo año. ¿Se traslada la carga a las generaciones futuras, o más bien, se produce una transferencia entre grupos sociales?

Tampoco debemos olvidar que estos intereses son gravados con impuestos, por lo que aquéllos que reciben los ingresos tributan a la arcas del Estado.

En definitiva, traslado de un grupo social a otro, de los que pagan los impuestos a los que poseen los títulos de deuda (coinciden muchas veces), no de una transferencia entre personas de un período a otro. Alguno me dirá que no coinciden, pero recuerden que los que compran la deuda pública son tanto inversores particulares, como fondos de pensiones, fondos de inversión, aseguradoras,…

Quizás el debate deba centrarse en por qué se genera el déficit, ¿tiene alguna virtud?

Cuando un país como el nuestro, que mantiene una importante diferencia en gasto social respecto a la media europea, ¿cómo reducirá esta diferencia con déficit cero? Perdón, estructural.

Venía a decir un comentarista: “se ha enterrado definitivamente a Keynes”. Para los que desconozcan sus propuestas, decirles que podrían resumirse de la siguiente forma: cuando la locomotora no marcha por sí sola hay que echarle carbón (gasto público). Y un político decía hoy que llevamos dos años mandando mensajes a los mercados y éstos no han mandado ninguno satisfactorio; quizás sea hora de cambiar el discurso.

lunes, 29 de agosto de 2011

Resumiendo artículo.

Habemus artículo (o todo indica que así será). El número 135 de la Constitución Española. Un breve resumen de las modificaciones:

Se establece un límite al déficit estructural. ¿Estructural? Para no caer en la ideología próxima al P.P., es decir, en el déficit cero, se utiliza el llamado estructural, aquél que no tiene en cuenta los ingresos vinculados a las expansiones económicas ni los gastos vinculados a las recesiones. Ya saben que en épocas de bonanza se producen burbujas que proporcionan ingresos extraordinarios, y en épocas como la actual se generan gastos excepcionales como un aumento de las prestaciones por desempleo. Tanto unos como otros no se tienen en cuenta a la hora de efectuar el cálculo. Cuestión técnica.

La devolución del capital e intereses será prioritaria a cualquier gasto presupuestado. Es decir, en teoría, hay que suprimir cualquier gasto en los presupuestos, sea del tipo que sea, antes de dejar de pagar la deuda. Si esto no es un mensaje a los mercados de que, pase lo que pase, el tenedor de los bonos, obligaciones,…, cobrará su deuda, ya me dirán cuál es su objetivo.

Se recoge constitucionalmente lo ya exigido por la Unión Europea, no superar el límite del 60% de deuda pública.

Los límites estructurales establecidos (Estado más autonomías) entrarán en vigor en el 2020. ¿Para que nadie desconfíe?

jueves, 25 de agosto de 2011

Llega el invierno.

Déficit cero. La panacea. Gasto lo mismo que ingreso. ¿Y qué ingreso?, o de otra forma, ¿de dónde obtengo mis ingresos? La mayor parte, de los tributos, impuestos, tasas y contribuciones especiales, aunque el grueso se encuentra en los impuestos, véase el Impuesto sobre la Renta (IRPF), el Impuesto de Sociedades (IS), que gravan los beneficios obtenidos por personas y empresas, sin olvidar el IVA que se recauda por el consumo. En épocas de bonanza, como la vivida hasta el 2007, no existía ningún problema. El Estado recaudaba como lluvia caída del cielo.

Y vamos con los gastos. Sanidad, Educación, Pensiones, Infraestructuras,…, todo con mayúsculas y que compone el denominado Estado de Bienestar. En épocas de bonanza se hacía frente a todo ello sin ningún problema.

Pero, ¡Ay!, llegó el invierno. Los ingresos cayeron de manera abrupta. La economía, sin previo aviso (es un decir) echó el freno y, de repente, nos encontramos con un problema. Caída de recaudación vía impuestos. Miles de trabajadores son enviados a su casa, por lo que la recaudación por el IRPF desciende. Las empresas ven caer sus beneficios, por lo que la recaudación por el IS desciende. Al no existir ingresos y, sobre todo, al existir incertidumbre, el consumo y la inversión se resienten. La recaudación por IVA se resiente. ¿Y los gastos? Aumentan. A los ya existentes en sanidad, educación, etcétera, etcétera, tenemos que sumar aquellos que surgen como consecuencia de la activación de las medidas tendentes a paliar la situación: prestaciones por desempleo, pensiones,…, sin olvidar los gastos de los diferentes planes (Plan E) para evitar males mayores.

¿Gastamos sólo lo que ingresamos? Déficit cero. Consecuencia: adelgazar el sistema de bienestar ante la incapacidad de hacer frente a los gastos que genera, o lo que es lo mismo, dar entrada al sector privado, llevar al mercado servicios públicos. Algunos son partidarios de esta manera de actuar, en aras de una mayor eficiencia, competitividad, productividad,… pero, si mal no recuerdo, ¿en qué hospitales fueron intervenidos Su Majestad y la Presidenta de la Comunidad de Madrid? Por poner un ejemplo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Propuesta.

Una propuesta neoliberal pretende ser incluida en la Carta Magna, en la Constitución Española. Desde ayer cuenta con la aprobación de los partidos mayoritarios en España (El P.P. lo había propuesto con anterioridad). El origen de esta decisión se encuentra en el denominado “Pacto de Competitividad” que salió a la luz allá por el mes de febrero de la mano de los gobiernos francés y alemán y del que di cuenta en este blog (Otro pacto). Aunque en un principio este pacto puso en guardia a más de uno, ahora parece ser que su contenido se va incorporando a las legislaciones de cada uno de los países. En este caso se trata de incluir un límite al endeudamiento, una posición ideológica para convencer a los de siempre, a los mercados, de que seremos capaces de ahorrar y realizar sacrificios para que ellos puedan recuperar sus inversiones. Según he podido escuchar de voces autorizadas, se trata de que los mercados, otra vez los mercados, vean que de aquí a 10, 15 años, sus inversiones están aseguradas.

Estoy de acuerdo con aquellos que dicen que esta medida es un ataque al Estado de Bienestar (otro) por el que tanto han luchado algunos. Escuelas, Sanidad, Pensiones, Infraestructuras,… todo ello se verá afectado, y sólo por contentar a los mercados.

Suscribo lo expuesto por el profesor Navarro.

martes, 23 de agosto de 2011

Opciones.

Tienes dos opciones: o lo explicas para que lo entendamos (y nos convences) o te vas. Y así se lo han hecho saber al Presidente de una de las Agencias de rating (S&P).

Conclusión: tienes el poder suficiente para emitir opiniones sin sobrepasar un límite. Si éste es sobrepasado deberás atenerte a las consecuencias y asumir tus responsabilidades. ¿Existen fundamentos suficientes que justifiquen tus actos? Explícalos. No existen. Deberás responsabilizarte.

Claro que también influirá el entorno, el escenario, donde se desarrolle el espectáculo. No es lo mismo opinar sobre la solvencia de un país o una empresa europea que hacerlo sobre los EEUU o sobre una gran empresa norteamericana. ¿Independencia?

En este caso no convence y se marcha. Decisión correcta que para muchos (a la vista de experiencias personales) es difícil de tomar.

Lo decía en el último post. ¿Cambiarán las normas o, por el contrario, solo se modificarán para que gane uno?

viernes, 19 de agosto de 2011

Primer toque.

Solucionados los problemas técnicos. Siento que el post de ayer fuese aburrido.

Sin lugar a dudas, quién manda, manda. Nuestras queridas Agencias de Calificación, en un ejercicio de autentica osadía, se han atrevido con el todopoderoso, con la mano que, en definitiva, les da de comer. Podrán hacer tambalear cualquier país del mundo, cualquier empresa, sea grande o pequeña, pero poner en cuestión, por mínimo que sea, la solvencia de los EEUU, eso ya son palabras mayores, están pisando aguas pantanosas.

Sí, se han atrevido ha rebajar la calificación de la deuda del país. Como respuesta (aquí si se atreven), la SEC, la institución gubernamental encargada de vigilar los mercados financieros norteamericanos, se ha puesto a revisar los métodos de cálculo de una de las agencias, Standard & Poor’s, la agencia que se ha atrevido a meter el dedo en ojo ajeno. Pero ahí no termina la historia. El gobierno estadounidense está investigando si esta agencia infló las calificaciones de los bonos sobre los que emitió una opinión antes de la crisis. Dicen que la investigación se había iniciado con anterioridad a la rebaja de deuda, aunque resulta sospechoso que se conozca justo ahora. ¿Podría ser la puntilla para las agencias? ¿Se modificarán las normas de juego?

 
Por otro lado. Visto que la economía mundial no marcha al ritmo deseado, se empiezan a oír voces sobre la posibilidad de que el Banco Central Europeo baje tipos de interés en el 2012, desde el 1,5% al 1%. Lo dicen los expertos de Morgan Stanley, uno de los principales bancos de inversión del mundo. PIBs que no crecen, inflación a la baja, turbulencias que afectan tanto a los mercados como a la sociedad, precios del petróleo en descenso, desempleo… Lo raro sería que se subieran tipos, aunque tampoco lo sería tanto. Con leer el manual y buscar el significado y las medidas que deben adoptarse cuando se enciende el piloto rojo, inflación superior al 2%, es suficiente. El problema surge cuando el piloto se enciende y se apaga solo, y los técnicos ya han aplicado las medidas indicadas por el manual.