Vuelvo a estar desconcertado. Encuentro en el teatro a muchos actores que no conozco, ocultos tras sus máscaras y representando papeles que no les corresponden. Lo sé, porque aunque no los veo, han sido presentados previamente.
La situación es confusa y sin visos de que se aclare a corto plazo. Me refiero a la situación que se vive en la calle, a la economía productiva, de a pié, no a la economía financiera, especulativa y de las altas finanzas. Altas sobre todo porque vuelven a volar tras las medidas adoptadas.
A primera hora de la mañana escucho una tertulia radiofónica en la que los papeles están cambiados. Si no fuese porque los han presentado al inicio, uno no sería capaz de colocarles una etiqueta ideológica. Teníamos representantes de la izquierda, de la derecha, nacionalistas más de derechas que de izquierdas, y nacionalistas más de izquierdas que de derechas. La izquierda defendiendo las obligadas medidas que han sido necesarias adoptar para que los mercados financieros no nos devoraran cual sándwich a la salida del colegio. La derecha proponiendo medidas ¡keynesianas!, la participación pública para incentivar la economía. Ahí es nada. Claro que eso se dice de cara al espectador, porque estoy convencido de que ni unos están contentos, ni de acuerdo, con las medidas puestas en marcha, ni los otros serían capaces de aplicar sus propuestas.
Mientras, las bolsas, directas hacia el cielo. La especulación, los altos beneficios, vuelven a copar protagonismo. La española, el IBEX35, lleva un 10% de subida en el año. El resto de las europeas y americanas también siguen su estela.
Los desempleados en España próximos a los 5 millones (estadísticamente) ¿Se sorprenden? Yo no. Pero que fácil es señalar ahora culpables.