martes, 3 de diciembre de 2013

Ficticio, imaginario, real ¿Cuál es la diferencia?

Tengo que reconocer que desconozco como se está desarrollando todo el proceso interno en relación con las cuentas fiscales del “yerno” y su “troupe”, exceptuando, claro está, las decenas de titulares que se publican casi a diario en los medios de comunicación. Tampoco es que tenga especial interés, para mí es un tema con un final muy previsible, excepto que el director nos sorprenda con uno de ésos que te dejan con los ojos como platos al finalizar la proyección y que quedan para los anales del cine. Pero aún así el argumento es muy tosco y no me despierta mucha expectación, excepto por el elenco de actores. Hay que reconocer que para la representación se han elegido a unos de primerísimo nivel, con caché más que reconocido. La productora no ha escatimado.
 
Pero lo cierto es que toda esta historia comienza, sino lo hacía ya, a oler a chamusquina. Primero, que la imputación de la venta de las fincas no es correcta, existe un error, varios errores, en la titularidad (casualmente por parte de varios notarios, presuntamente); después, se admiten facturas deducibles que en un primer momento se calificaron como ficticias, que según se recoge en la Real Academia de la Lengua ficticio es un adjetivo que significa fingido, imaginario o falso.
 
Mira que llevo años en el tema de la fiscalidad y reconozco que no se acostumbra a ver como la Agencia Tributaria rectifica, y en tan poco tiempo, a favor de un mismo contribuyente. Suele hacerlo en algunos casos concretos si se les demuestra que están equivocados y el contribuyente lleva razón, que aunque parezcan la misma cosa existe una diferencia sustancial, pero les cuesta, suelen ser muy desconfiados y las pruebas que se aporten tienen que ser muy evidentes, muy clarificadoras. En otras ocasiones  rectifican, si ésta es la palabra más adecuada, tras un largo periodo (años) de batalla legal, y por que les obligan. Eso sí, primero debes pagar la cuota exigida u ofrecer garantías suficientes para reclamar ante instancias superiores.
 
Podemos decir que el, en este caso la, contribuyente ha tenido “fortuna”, como aquél individuo al que solía tocarle con más frecuencia de lo habitual la lotería de Navidad.
 
En fin, quedémonos con el hecho de que las facturas eran “imaginarias” sólo en un primer momento. Cuántas veces no nos han dicho que la realidad supera a la ficción. Pues eso, que ahora son reales como la vida misma, o no, ya sabemos lo que decía Calderón de la Barca, la vida es sueño.

2 comentarios:

agremon dijo...

Xa non se trata de fiscalidade á carta, senón de interpretación fiscal á carta e máis, de salvedade fiscal con nome e apelidos.

David dijo...

Si HGacienda dice que son ficticias, son ficticias, y si dice que son reales son reales, y si antes eran ficticias y ahora son reales, pues se habrám equivocado primero al no analizar con detalle o se habrán reconvertido, igual que los liquidos con el frio se convierten en sólidos, quizá con la bajada de temperaturas sea lo que haya pasado. Pero mira que os empeñais en condenar a la infanta. Que mal pensais.