La demanda de los empresarios era
la de no tener que ingresar el IVA en las arcas de la Hacienda Pública hasta
que ellos no lo hubieran cobrado. Opción, por otro lado, que ya se contemplaba
en la normativa aunque sujeta al arbitrio, digamos aprobación, de la Agencia
Tributaria.
Todos se las prometían felices.
Sólo pagarían cuando cobraran sus facturas. Ahora bien, faltaba la otra cara de
la moneda; podrán deducir el IVA de sus compras cuando lo paguen. Adiós a las
expectativas creadas, al entusiasmo inicial, como esas botellas de gaseosa o de
cava que pierden su fuerza nada mas abrirlas.
Diferentes colectivos de
profesionales estiman que podrán beneficiarse de este nuevo sistema entre un 3%
y un 10% de las empresas. Otras encuestas muestran que un 25% de los asesores
considera que las empresas mejorarán su situación financiera gracias este
sistema; el 75% no lo considera así.
Además, no todas las empresas
podrán aplicarlo, se excluyen a las que tengan un volumen de operaciones
superior a 2.000.000€, entre otras.
Falta un mes para que las
empresas tomen la decisión de incorporarse a este nuevo sistema de caja en IVA.
Desde esta pequeña aldea de Astérix mi experiencia a día de hoy es que un 2% de
las empresas y profesionales ha decidido acogerse, los motivos principales son
porque facturan a la Administración y al sector de la construcción.
Era una promesa.
2 comentarios:
Los motivos, las causas, importantes en la determinación de la bondad legal...
Menudo paripe la promesa del PP. Está norma es difícil de aplicar, difícil de controlar para Hacienda, ineficaz, innecesaria salvo algunos casos. En primer lugar, los conceptos no cobrados por la empresa suelen venir en varias facturas, de distintos proveedores y mezclados en estas con mercadería dedestinada a diferentes clientes. Se dan cuenta del lío?
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