Los domingos suelen ser días en
los que uno quiere estar lo mas relajado posible, sin esos problemas a los que
tenemos que hacer frente durante toda la semana, y a ser posible con lecturas amenas y
divertidas.
Hoy les voy a dejar una anécdota
extraída del libro de John K. Galbraith, “Breve historia de la euforia
financiera”.
Los procesos especulativos, las
burbujas, no son sucesos recientes que se han producido en los últimos tiempos
sino que desde hace 250-300 años se manifiestan de manera reiterada y en los
que suelen juntarse al menos dos factores, la avaricia colectiva y la picaresca
de unos pocos.
EEUU, mediados del siglo XIX,
1850 aproximadamente. Tras anteriores episodios de burbujas y quiebras la
legislación estatal decide establecer que aquellos bancos que emitan billetes
deben poseer reservas en metálico (monedas de oro, por ejemplo) que garanticen
esos billetes que se encuentran en circulación. Los inspectores se encargarían
de supervisar y hacer cumplir este requisito.
Michigan, uno de los cincuenta
estados de EEUU situado en la región de los Grandes Lagos en el Medio Oeste. Un
grupo de bancos acuerdan compartir la propiedad de las reservas que mantiene
cada uno. La escasez de inspectores y las dificultades para desplazarse con
rapidez facilitarán la labor. Cuando uno de los inspectores encargados de
supervisar el cumplimiento de la legislación comprueba que el banco mantiene el
volumen de monedas exigido y antes de que pueda llegar al siguiente banco, las
reservas son trasladadas de una institución a otra. Cuando por fin el inspector
llega a la siguiente entidad bancaria comprueba que no sólo la cantidad de
billetes en circulación está respaldada por las monedas de oro acumuladas en
los cofres sino que además la cantidad de metálico es ostensiblemente superior
a la exigida por la legislación, los bancos mantenían un ahorro superior, lo
que hoy conoceríamos como solvencia. Tras la capa superior de monedas de oro se
había dispuesto otra capa más gruesa de clavos de 10 peniques.
En Nueva Inglaterra, Noreste de
EEUU, y en los mismos años, un banco fue cerrado como consecuencia de lo que
hoy llamaríamos exceso de apalancamiento. Había emitido billetes por importe de
500.000 dólares, de 1850, con unas reservas de moneda en metálico de apenas
86,48 dólares.
Hoy puede que las prácticas sean
más sofisticadas pero no cabe duda de que la historia ha dejado “grandes”
maestros.
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