viernes, 13 de agosto de 2010

Inversión Pública.

Tengo que reconocer que he tenido la suerte de nacer y vivir en uno de los entornos más bonitos que conozco; la hermosa ría que desemboca en el Cantábrico hace de este lugar un marco incomparable. Sólo la intervención del ser humano es capaz de alterar esta belleza.

Desde hace unos días tenemos a nuestra disposición un ascensor “panorámico” que comunica el puerto deportivo con la parte antigua del casco urbano. No seré yo el que ponga en duda el valor arquitectónico ni la estética de dicho artilugio (al fin y al cabo la Torre Eiffel fue denostada tras su inauguración). Pero el artilugio puede servirnos de base para analizar uno de los problemas que suelen afectar en gran medida a la mayoría de los municipios y ciudades de este país, y no es otro que el problema de las inversiones públicas (al final terminaremos hablando de políticos).

Las políticas que pueden llevarse a cabo surgen (en teoría) para atender problemas o necesidades que afectan a un entorno determinado. Estas políticas pueden ser anticipativas (modelan las necesidades de los habitantes) o reactivas (en respuesta a un problema). El artilugio “comunicante” al que me he referido formaría parte de las primeras (si se busca, por ejemplo, dinamizar el turismo) o de la segundas (si se pretende eliminar barreras que impiden o limitan el acceso).

Pero la cuestión es la siguiente ¿Se llevan a cabo los pertinentes análisis sobre el coste-beneficio que suponen la mayoría de las inversiones públicas? Me temo que a nivel local y autonómico, no.

Un día, caen del cielo miles de euros procedentes de la Unión Europea (de los contribuyentes para ser más exacto) con el objetivo de dinamizar un entorno, de llevar a cabo una inversión que suponga un valor añadido para la zona. La obra se lleva a cabo y se presenta al gran público (tanto a partidarios como a detractores) ¿Y a partir de aquí, qué? ¿Existen estudios de viabilidad sobre las repercusiones económicas futuras? ¿Existen partidas presupuestarias establecidas para el mantenimiento de esta inversión? ¿Qué beneficios reportará? ¿Qué costes de mantenimiento están previstos? En definitiva, quién se hará cargo. Veo dos opciones: abandono o modificación presupuestaria (ésta última con dos variantes, aumento de impuestos o reducción de servicios).

Debo ser uno de los pocos románticos que todavía quedan y que creen en las utopías, por eso intento mantenerme alejado lo máximo posible de los poderes de decisión (los políticos). A pesar de ello, he oído hablar durante meses sobre el posible destino de los miles (millón y medio, creo recordar) de euros que han ido a parar al ascensor panorámico, sobre otras necesidades más acuciantes que podían atenderse con ese dinero (aunque ninguna concreta), pero, y si mi memoria no me falla (alguno podrá corregirme), no he oído a ningún grupo político plantear los problemas económicos que supondrá el mantenimiento futuro de la inversión ¿Por qué? Una persona próxima, y relacionada con los políticos como consecuencia de su trabajo, me comentó que existía un cierto acuerdo tácito entre todos ellos para no tratar ciertos temas, hoy por mí mañana por ti. Es posible.

El tiempo nos dirá cuál es el coste/beneficio del millón y medio de euros y, de otras tantas inversiones que se han llevado a cabo. Puede, y espero equivocarme, que las generaciones futuras vean estos proyectos como ejemplo de la ineficiencia e ineficacia humana. Al menos habrán servido para algo.

2 comentarios:

Susana dijo...

Como el dinero público no se valora por eso pasa lo que pasa, yo soy de las que digo que para ser político si que habría que hacer un test de Coeficiente intelectual, y una carrera universitaria tipo Socilogía, ciencias políticas, economicas, filosofía, Antropología social.
Un saludo

El autor. dijo...

Pienso que la política debería ser tratada con mayor respeto. Por desgracia se ha convertido en un campo de debates triviales, sin conceptos y sin planificación a medio y largo plazo. Se buscan (como en las empresas) beneficios y rentabilidades a corto plazo, sin preocuparse por las generaciones futuras.

Y, aunque parezca un éxito de la democracia, ¿todo el mundo es apto para gobernar? El pueblo considera que sí. Hoy todos somos políticos, entrenadores, médicos, abogados, ... Por contra, cada día que pasa yo creo que se menos. Pero, en fin, hay gente muy valiente.

Gracias.