El tiempo transcurre sin pausa y los límites
se cruzan sin rubor. Lo primero es inevitable, lo segundo entra dentro de lo
esperado. Quién no ha visto caer un record tras otro durante su vida.
La Deuda Pública española continúa su escalada sin freno y parece no
encontrar techo, y ello a pesar de los mensajes cargados de optimismo (la
crisis es historia). Pero sin una mejora sustancial de las condiciones
económicas, tanto en nuestro país como en nuestros socios comerciales, las
cuentas públicas no volverán a la senda de los superávits presupuestarios
necesarios para la reducción de la deuda pública. Conseguir esto se plantea
harto difícil; o bien reducir gasto público (más recortes) o bien aumentar
ingresos públicos recaudando más y mejor (quizás con aumentos de los tipos
impositivos a los que poseen mayor riqueza y renta), o una combinación de ambos
(más ingresos y más recortes).
Pero,
¿Por qué los ricos están más que satisfechos con la elevada deuda pública? Un
mínimo de ética aderezada con un poco de vergüenza es suficiente para que no lo
proclamen a los cuatro vientos. Sin embargo, no cabe duda de que el sistema es
muy favorable para sus intereses. Además, al ser los grandes poseedores del
capital y controlar los cauces de comunicación pretenden hacernos ver que su
preocupación es real, que la deuda pública es un lastre para nuestra economía y
para las generaciones posteriores. No es nuevo. La respuesta a esta cuestión la
podemos obtener del reciente libro “El capital en el siglo XXI” del economista
francés T. Piketty.
Plantéense
el siguiente escenario: Por un lado, usted se encuentra entre los afortunados
que poseen un importante patrimonio junto con unas rentas generosas y buscan obtener
una rentabilidad, al menos que sea superior a la inflación (todo sea por no
perder riqueza). Además, usted es un ciudadano “patriota” que desea ayudar a su
país a salir de la actual situación, y tampoco nos olvidamos de su carácter “solidario”
con los más débiles. En definitiva, es usted un patriota solidario que además busca
rentabilidad para su patrimonio. Por otro lado, y relacionado con su entorno, nos
encontramos con que los tipos de interés se encuentran en mínimos (pregunten a
su banco cuál es el tipo al que le remunerarían un pequeño depósito o una
cuenta de ahorro); la renta variable (acciones) muestra alta volatilidad e
incertidumbre (sólo apta para valientes o acaudalados); existe una baja o nula inflación,
y los países continúan con problemas presupuestarios derivados de la prolongada
crisis que derivan en sucesivos déficits públicos que deben cubrir.
Pues bien, con este escenario el gobierno le puede plantear tres opciones
para mantener la situación controlada:
a)
Reducir (recortar) gastos para equilibrar sus
cuentas y evitar que la deuda pública continúe aumentando (la conocida
austeridad o, eufemísticamente, consolidación fiscal).
b)
Aumentar impuestos para obtener una mayor
recaudación, principalmente a aquellos que tienen mayor renta y riqueza.
c)
Emitir deuda pública a cambio del pago de los
correspondientes intereses.
¿Qué estrategia le recomendaría a su gobierno? (otro eufemismo, recomendar;
al fin y al cabo si usted forma parte de la élite más que recomendar tiene
capacidad para imponer):
¿Recortar gastos? Sería una opción. Sus hijos van a escuelas privadas y su
salud está protegida por un buen seguro médico. Con toda probabilidad a usted
no le afectaría en gran medida ya que no acostumbra a acudir al centro de salud
de su barrio (es más, puede que en su barrio no sea necesario un centro de
salud).
¿Aumentar impuestos? Posiblemente no. A pesar de su “solidaridad” con los
más débiles supondría dar al Estado parte de su riqueza y renta sin ninguna
contraprestación directa. No, aumentar los impuestos a los ricos no entraría
dentro de sus recomendaciones. De ser así habría que plantearse movilizar los
capitales hacia otras latitudes (para eso se ha “inventado” la libre
circulación de capitales).
¿Más deuda pública? Éste parece un buen plan. Parte de nuestros ingresos se
los cederíamos al Estado (patriotas) a cambio de los correspondientes intereses
(mejor con primas de riesgo altas) y con la seguridad de que al final, al
vencimiento, recuperaríamos el capital invertido. Además, si esta estrategia va
acompañada de bajadas de impuestos, o directamente su eliminación (Sucesiones,
Patrimonio), tenemos garantizada la supervivencia de nuestra especie (los ricos).
Para qué pagar impuestos al Estado si éste puede obtener igualmente los
recursos a cambio del pago de unos intereses. Interesante, mucho más
interesante, sin duda.
Pero,
en fin, solo es un escenario y unas posibles soluciones fruto de un ejercicio
de imaginación.
1 comentario:
A imaxinación coido que, neste caso, vai por detrás da imaxinación das rentas altas.
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