Aunque existe un vínculo muy
estrecho entre los conceptos de crecimiento y desarrollo económico no siempre podemos
decir que ambos van de la mano o que el uno lleva irremediablemente al otro.
Crecer, como condición necesaria pero no suficiente, para poder alcanzar un
grado “óptimo” de desarrollo. Véase sino algunos de los países llamados
emergentes que a pesar de lograr tasas elevadas de crecimiento durante los
últimos años están muy lejos de los niveles que muestran los indicadores
propios de los países desarrollados.
Lo anterior enlaza con lo que nos
cuentan estos últimos días los medios de comunicación sobre el hecho de que
diferentes organismos e instituciones (por descontado también el gobierno de España)
están revisando al alza las expectativas de crecimiento de nuestra economía
para este año 2014.
Los que me siguen con frecuencia
saben que en entradas anteriores he intentando explicar con mayor o menor éxito
qué es el PIB, qué mide, quiénes participan en su composición, etcétera,
etcétera., para concluir que a pesar de ser un indicador muy utilizado por
diferentes agentes está lejos de medir el bienestar de una sociedad. Sin el
complemento de otros indicadores, económicos o no (renta per cápita, por
ejemplo) y sin conocer las causas de su evolución sólo es una medida
cuantitativa que sirve de referencia. Pues bien, el paso del tiempo nos dirá
cuáles son los factores que impulsan este crecimiento previsto (salarios,
rentas del capital, exportaciones, inversiones, …).
Aún así lo que no podemos negar es
que el solo hecho de que una economía crezca es ya de por sí importante, una
buena noticia, sobre todo después de la larga travesía en la que estamos
inmersos desde hace tiempo. Crecimiento que por otro lado debería reflejarse en
los beneficios que los manuales de economía le atribuyen: un nivel de vida más
elevado, unos mayores ingresos fiscales para el Estado sin necesidad de elevar
los tipos impositivos, una distribución más igualitaria de la renta y un
aumento del empleo (fíjense que no se habla de reducción de la tasa de
desempleo; ésta se consigue por diferentes motivos). Pero tampoco podemos
olvidar que el crecimiento de toda economía tiene sus costes, desde la
contaminación y el agotamiento de recursos naturales hasta el sacrificio del
consumo presente (se necesita un mayor ahorro que pueda ser canalizado hacia
las inversiones que permitan crecer en el medio/largo plazo). De ahí que muchas
veces se hable de crecimiento sostenible.
A su vez, y siguiendo con lo
expuesto al inicio, el crecimiento económico forma parte o es un aspecto de
otro proceso más general, del desarrollo de una sociedad. Este concepto de
desarrollo hace referencia a la brecha real que separa los niveles de vida que
se alcanzan en unos y otros países y a los procesos que llevan a la elevación
del nivel de vida. ¿Cuál es la renta por habitante?, ¿estructura sanitaria?,
¿tasa de ahorro por habitante?, ¿tasas de desempleo estructural?, ¿distribución
interna de la renta?, ¿capital humano?, por poner sólo algunos ejemplos de
indicadores de desarrollo.
El hecho de que los ciudadanos hayan
sido los destinatarios de la mayoría de los recortes y reformas que se han
llevado a cabo en nuestro país coloca a España en una posición un tanto
diferente a la que conocíamos hasta ahora. Eso es lo que parece desprenderse de
la noticia que podía leerse ayer en el diario Expansión; el banco de inversión
estadounidense Morgan Stanley pone a nuestro país como ejemplo para los países
emergentes (Brasil, Sudáfrica, Turquía, Ucrania, México, Indonesia, India y Tailandia)
en materia de cambios y reformas para generar un nuevo modelo de crecimiento. Dejando
a un lado el fondo de la reformas y centrándonos únicamente en la relación
entre los países y la situación que ocupan en la escala de desarrollo podemos
pensar que los analistas del banco nos colocan al nivel de los emergentes, eso
sí, como un referente. España como modelo. No es para sentirse muy orgullosos. Situación
distinta y deseable sería si nos pusieran como modelo frente a otras economías
desarrolladas (véase Suecia, Dinamarca, …), pero no es el caso.
Por último, y si relacionamos el crecimiento del PIB y el posicionamiento de
España, podríamos concluir que la mejora de nuestra economía no se verá
reflejada en el desarrollo de nuestra sociedad, léase Estado de bienestar; más
bien, y a la vista de lo que sucede en la calle, la tendencia del desarrollo económico
parece ser la contraria a la del PIB.
En definitiva, España como modelo
de crecimiento no como modelo de sociedad desarrollada.
3 comentarios:
Se me vienen a la cabeza varios conceptos de física: celeridad, velocidad y posición. Se puede ir muy veloz (tener mucha celeridad), y estar muy atrás (posición retrasada), o incluso ir muy veloz en una dirección equivocada (velocidad orientada a un lugar inconveniente). Naturalmente, la relación de los conceptos físicos sería con crecimiento, crecimiento 'equilibrado' y desarrollo.
Totalmente de acuerdo.
Totalmente de acuerdo.
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