jueves, 30 de enero de 2014

España como modelo.

Aunque existe un vínculo muy estrecho entre los conceptos de crecimiento y desarrollo económico no siempre podemos decir que ambos van de la mano o que el uno lleva irremediablemente al otro. Crecer, como condición necesaria pero no suficiente, para poder alcanzar un grado “óptimo” de desarrollo. Véase sino algunos de los países llamados emergentes que a pesar de lograr tasas elevadas de crecimiento durante los últimos años están muy lejos de los niveles que muestran los indicadores propios de los países desarrollados.
 
Lo anterior enlaza con lo que nos cuentan estos últimos días los medios de comunicación sobre el hecho de que diferentes organismos e instituciones (por descontado también el gobierno de España) están revisando al alza las expectativas de crecimiento de nuestra economía para este año 2014.
 
Los que me siguen con frecuencia saben que en entradas anteriores he intentando explicar con mayor o menor éxito qué es el PIB, qué mide, quiénes participan en su composición, etcétera, etcétera., para concluir que a pesar de ser un indicador muy utilizado por diferentes agentes está lejos de medir el bienestar de una sociedad. Sin el complemento de otros indicadores, económicos o no (renta per cápita, por ejemplo) y sin conocer las causas de su evolución sólo es una medida cuantitativa que sirve de referencia. Pues bien, el paso del tiempo nos dirá cuáles son los factores que impulsan este crecimiento previsto (salarios, rentas del capital, exportaciones, inversiones, …).
 
Aún así lo que no podemos negar es que el solo hecho de que una economía crezca es ya de por sí importante, una buena noticia, sobre todo después de la larga travesía en la que estamos inmersos desde hace tiempo. Crecimiento que por otro lado debería reflejarse en los beneficios que los manuales de economía le atribuyen: un nivel de vida más elevado, unos mayores ingresos fiscales para el Estado sin necesidad de elevar los tipos impositivos, una distribución más igualitaria de la renta y un aumento del empleo (fíjense que no se habla de reducción de la tasa de desempleo; ésta se consigue por diferentes motivos). Pero tampoco podemos olvidar que el crecimiento de toda economía tiene sus costes, desde la contaminación y el agotamiento de recursos naturales hasta el sacrificio del consumo presente (se necesita un mayor ahorro que pueda ser canalizado hacia las inversiones que permitan crecer en el medio/largo plazo). De ahí que muchas veces se hable de crecimiento sostenible.
 
A su vez, y siguiendo con lo expuesto al inicio, el crecimiento económico forma parte o es un aspecto de otro proceso más general, del desarrollo de una sociedad. Este concepto de desarrollo hace referencia a la brecha real que separa los niveles de vida que se alcanzan en unos y otros países y a los procesos que llevan a la elevación del nivel de vida. ¿Cuál es la renta por habitante?, ¿estructura sanitaria?, ¿tasa de ahorro por habitante?, ¿tasas de desempleo estructural?, ¿distribución interna de la renta?, ¿capital humano?, por poner sólo algunos ejemplos de indicadores de desarrollo.
 
El hecho de que los ciudadanos hayan sido los destinatarios de la mayoría de los recortes y reformas que se han llevado a cabo en nuestro país coloca a España en una posición un tanto diferente a la que conocíamos hasta ahora. Eso es lo que parece desprenderse de la noticia que podía leerse ayer en el diario Expansión; el banco de inversión estadounidense Morgan Stanley pone a nuestro país como ejemplo para los países emergentes (Brasil, Sudáfrica, Turquía, Ucrania, México, Indonesia, India y Tailandia) en materia de cambios y reformas para generar un nuevo modelo de crecimiento. Dejando a un lado el fondo de la reformas y centrándonos únicamente en la relación entre los países y la situación que ocupan en la escala de desarrollo podemos pensar que los analistas del banco nos colocan al nivel de los emergentes, eso sí, como un referente. España como modelo. No es para sentirse muy orgullosos. Situación distinta y deseable sería si nos pusieran como modelo frente a otras economías desarrolladas (véase Suecia, Dinamarca, …), pero no es el caso.
Por último, y si relacionamos el crecimiento del PIB y el posicionamiento de España, podríamos concluir que la mejora de nuestra economía no se verá reflejada en el desarrollo de nuestra sociedad, léase Estado de bienestar; más bien, y a la vista de lo que sucede en la calle, la tendencia del desarrollo económico parece ser la contraria a la del PIB.
 
En definitiva, España como modelo de crecimiento no como modelo de sociedad desarrollada.
 


3 comentarios:

agremon dijo...

Se me vienen a la cabeza varios conceptos de física: celeridad, velocidad y posición. Se puede ir muy veloz (tener mucha celeridad), y estar muy atrás (posición retrasada), o incluso ir muy veloz en una dirección equivocada (velocidad orientada a un lugar inconveniente). Naturalmente, la relación de los conceptos físicos sería con crecimiento, crecimiento 'equilibrado' y desarrollo.

David dijo...

Totalmente de acuerdo.

David dijo...

Totalmente de acuerdo.