jueves, 30 de junio de 2011

Cambio de turno.

Que pase el siguiente, por favor. ¿Irlanda, Portugal? ¿Alguna sorpresa?

Una nueva “ayuda” a Grecia para evitar que suspenda pagos a cambio de “ligeros” ajustes: 150.000 trabajadores de la Administración menos, aumento de impuestos, 1.700 millones de euros menos en Sanidad y 3.800 millones menos en Prestaciones sociales, sumémosle privatizaciones por 50.000 millones y los prestamistas ya pueden dormir tranquilos, cobrarán sus préstamos. Los ciudadanos, un incordio.

¿Quién será el siguiente?

Se escuchan rumores que provienen del otro lado del Atlántico. “...urgente encontrar antes del 2 de agosto un acuerdo para evitar que Estados Unidos entre en suspensión de pagos”, "sin instrumentos para hacer frente a los pagos pendientes", avisa su Presidente. Sólo falta que el rey haga su aparición en la fiesta.

miércoles, 29 de junio de 2011

Dudas.

Los expertos no se ponen de acuerdo. Es lo que se puede leer en los medios especializados. Yo, como NO-Experto, daré mi opinión, y ustedes pueden dar la suya.

La próxima semana saldrá nuevamente a escena el Banco Central Europeo anunciando, ¿quién sabe?, una subida de tipos de interés (es lo que se espera tras la última comparecencia), una bajada o, sin cambios.

El escenario se ha modificado ligeramente. A pesar de que algunos veían cierto crecimiento en la economía (es lo que sucede al leer literalmente los datos macroeconómicos) ahora, dicen los expertos, se aprecia cierta ralentización.

Pero donde podemos apreciar los cambios más significativos e influyentes a la hora de pronosticar el paso a seguir es en el precio de las materias primas. El petróleo ha cesado en su escalada y se ha producido un descenso del 20% en su cotización en apenas dos semanas. El traslado de este descenso al resto de productos (cuestión de tiempo) nos lleva a depositar cierta confianza en la bajada de la inflación. Sumemos la crisis, la principal y más llamativa, del país Heleno y las dudas respecto a la decisión del BCE aparecen en el horizonte.

Mi apuesta personal es un mantenimiento del tipo de interés. El discurso del Banco Central puede ir en la siguiente dirección: “se aprecia una contención e incluso un ligero descenso en los precios por lo que no se estima conveniente modificar tipos. Aún así estaremos vigilantes”. Es decir, que su objetivo de control de la inflación por debajo del 2% se ajusta automáticamente sin necesidad de apretar las tuercas a la política monetaria. Una pésima situación económica a la que se le apriete aún más la soga no sería una buena noticia. Sobre todo para los mercados. ¿Los ciudadanos? Quizás una estadística, un dato, sobre el que adoptar medidas para ajustar el Sistema.

martes, 28 de junio de 2011

Otro intento.

De nuevo se escuchan las campanas a lo lejos. El sonido es el de siempre, conocido. Un impuesto que grave las transacciones financieras es retomado nuevamente por la Comisión Europea para poder aumentar sus recursos, sus ingresos. De momento se trata de una idea (otra más) que deberá ser estudiada para su posible aplicación en un plazo relativamente corto. Presupuestos 2012.

En contra, Reino Unido, el país de la Unión Europea donde más transacciones se realizan a diario como consecuencia de ser el mayor centro financiero. Temen que un impuesto de este calibre espante a los operadores.

Por otro lado, y en lo que nos concierne a los ciudadanos, tendremos que estar atentos para ver qué entienden, cómo definen, transacciones financieras. ¿Serán movimientos especulativos de capital? ¿Será cualquier movimiento de efectivo de una entidad financiera a otra? (véase una simple retirada de efectivo en un cajero automático en otro país de la UE) ¿La pagarán los especuladores y otros participantes en los mercados o, por el contrario, seremos los ciudadanos de a pie los que cargaremos con el grueso de la tasa? Otra alternativa, que la vida siga igual. Dependerá de quien ostente más poder en la negociación.

lunes, 27 de junio de 2011

Existen alternativas.

Mientras unos se empeñan en abaratar el despido (sin olvidar el recorte de salarios) como eje principal de su estrategia para ganar en competitividad, otros (p. e., Bristish American Tobacco) inciden en la política de bienestar de sus trabajadores como la mejor manera de motivar y obtener mayores beneficios, tanto para la propia empresa como para su entorno, conciliando vida familiar con jornada laboral, proponiendo la posibilidad de llevar a cabo una carrera profesional dentro de la organización, estableciendo políticas de igualdad, etcétera, etcétera.

No todo pasa por recortar derechos y salarios, aunque sea la opción más rápida y fácil pero la que presenta menores resultados a medio y largo plazo. Otras opciones son posibles. Hasta que no seamos conscientes de que la suma de las partes es más importante que la individualidad de éstas no conseguiremos que los beneficios alcancen a la totalidad de los actores. Claro que quizás esto sea el planteamiento de una utopía.

jueves, 23 de junio de 2011

Una realidad.

El objetivo es que el despido sea más barato. Ese es el punto en el que se centran todas las propuestas. Partiendo de este hecho parece ser que se solucionarán todos los problemas o, al menos, es lo que se desprende de las reclamaciones efectuadas por la patronal y otros organismos. Un despido barato llevaría a contratar a más trabajadores ¿?, no como hasta ahora, que tener un trabajador en plantilla se considera una pesada carga. Ya saben que obtener derechos no está muy bien visto por algunos.

Un razonamiento un tanto pueril y simplista. Cuando vivíamos épocas de bonanza el contrato no era un problema, ni los altos salarios que se ofertaban para atraer a los trabajadores. Recuerden el efecto expulsión que se produjo de las aulas al sector de la construcción.

Y por fin, una realidad es reconocida por una institución pública; el INE ha detectado que el sueldo más frecuente entre los españoles es de 1.000 euros al mes. 15.500 euros brutos. Descuenten cotizaciones a la seguridad social y las retenciones correspondientes y ya somos mileuristas. Algo que ya sabíamos, pero que necesitábamos que nos lo dijeran.

Sin embargo, y a pesar de este hecho constatado “oficialmente”, las medidas a adoptar para salir de la crisis se centran en la reforma laboral. Los organismos internacionales, véase FMI, recomiendan que las autoridades de nuestro país sean valientes. Más recortes salariales y de derechos para que nuestros productos sean más competitivos, para que las prestaciones por desempleo sean menores y para que las pensiones sean más bajas, es decir, una forma de recortar gasto público.

Y volvemos al principio. Sin renta disponible, sin empleo, sin expectativas, ¿se reactivará la demanda? ¿Crecerá el tan mencionado PIB? Los primeros ajustes impuestos a los países periféricos no están dando los resultados esperados ¿se extrañan? Solución: nuevo paquete de ajustes, más recortes.

¿No será hora de que planteen alternativas en otra dirección?

miércoles, 22 de junio de 2011

Alguna voz discordante.

Al fin tenemos algunas voces que discrepan sobre el diagnóstico realizado sobre la situación de nuestra economía (y que no proceden del gobierno). Si hace unos días algunas instituciones, entre ellas el Banco de España, emitían una opinión y se atrevían a recomendar la adopción de medidas un tanto impopulares, véase sino la subida del IVA que proponían, por fin aparecen voces discordantes. La Organización Profesional de Inspectores de Hacienda (IHE) pone en su punto de mira al mismísimo Banco de España y considera que existen errores graves en el diagnóstico que ha realizado. Critican la deseada subida del IVA y de otros impuestos en la actual coyuntura de caída del consumo, argumentando que esta actuación daría lugar a un incremento del fraude fiscal. Además, considera errónea la propuesta realizada por un organismo encargado de velar por el control de la inflación, cuando una subida de impuestos indirectos se vería reflejada en los precios dando lugar a un aumento aún mayor de la inflación.

Textualmente afirman que, las “recetas”… son “erróneas y denotan un profundo desconocimiento” del sistema fiscal español. ¡Derechazo a la mandíbula!

Por si fuera poco, valoran la recomendación de mejorar la transparencia y publicidad de las cuentas de las Comunidades Autónomas, sin embargo, recomiendan al Banco de España que “predique con el ejemplo”, ya que los sueldos del Banco son “en muchos casos un misterio”. ¡Otro derechazo!

Por último, afirman que, vista la situación en que se encuentra el sistema financiero español, los “resultados de su gestión (del gobernador) distan mucho de ser brillantes”. A la lona y ¡KO!

Los inspectores deben estar indignados.

martes, 21 de junio de 2011

Beneficio.

Cuando uno se detiene a reflexionar sobre lo que acontece a su alrededor y vuelve la vista atrás en busca de aquellos conocimientos que un día fueron puestos a su disposición, se encuentra con que existe un gran precipicio entre lo inculcado y la realidad que vive. Me estoy refiriendo a aquellas nociones que pretenden que asimilemos cuando iniciamos estudios de empresa y la distancia más que palpable de éstos respecto al mundo económico y empresarial.

No cabe duda de que una empresa nace para buscar un beneficio, ya que en caso contrario no tendría ningún significado que una persona, o un colectivo, asumiese riesgos y llevase a cabo inversiones en capital. Si no obtuviese una utilidad, una expectativa de beneficio, vaciaríamos a la empresa de su sentido original. Ésta debe buscar un valor añadido.

Pero la búsqueda de beneficio debe realizarse bajo una ética, manteniendo el valor a alcanzar dentro de unos límites y, parafraseando a L. M. Pagés, situándolo en términos honorables. Ésta es una de las primeras enseñanzas que pretenden que asimilemos. No se trata de buscar beneficios a toda costa, de manera ilimitada, sino que la búsqueda debe mantenerse dentro de los límites que aseguren la “estabilidad” económica y financiera.

Además, y siguiendo con dicho autor, la búsqueda del beneficio debe ajustarse con la situación económica general, no tratando de alcanzar una tasa constante predefinida, independiente de las circunstancias, sino una tasa variable de beneficio que resulte congruente con las expectativas que tienen los demás factores productivos en un determinado período. Es decir, la empresa, los empresarios, no deberían marcarse un objetivo de beneficio sin considerar la situación real de la economía, ya que de ser así, se estaría incentivando el realizar ajustes dolorosos cuando comenzaran a desviarse del camino marcado (la mayoría de las veces despidiendo trabajadores para eliminar costes, cuando no, reduciendo la calidad de los productos y servicios).

Alguno quizás se sorprenda al leer esto, pero la realidad es esta. Las empresas de cierta dimensión, sin necesidad de ser grandes corporaciones, se marcan unos objetivos año tras año que pretenden cumplir. Para ello contratan a profesionales, a directivos, encargados de su consecución. Objetivos de facturación, de rentabilidad, de reducción de costes financieros, laborales, etcétera, etcétera.

Obtener un beneficio es fuente de inversión, de salvaguarda del acceso a los bienes, servicios y empleos que la empresa debe asegurar. Obtener beneficios fuera de los límites razonables es poner a la empresa en la senda de su desaparición, y con ella, a todos los factores que la acompañan. Ésta ha sido la filosofía que se ha impuesto durante los últimos años. La praxis contraria a la que predicaban los académicos. La distancia, enorme, las consecuencias, devastadoras.

lunes, 20 de junio de 2011

Una reflexión.

¿Se han preguntado alguna vez a dónde van a parar nuestros ahorros? La pregunta, que en un principio no plantea mucho misterio, tiene su origen, por un lado, en la actual situación que se está viviendo en el sistema bancario, la “transformación” de “nuestras” Cajas de Ahorro en Bancos, en sociedades anónimas, cuya propiedad está diluida entre diferentes propietarios como consecuencia de la división de su capital en acciones, y por otro, en la tan mencionada globalización y libertad de movimiento de capitales.

Y tiene que ver también con la actual crisis económica que padecemos y con las dificultades que tienen muchas pequeñas empresas para obtener créditos, préstamos o, simplemente, renovar sus pólizas de crédito. Por no mencionar los nuevos proyectos empresariales que se quedan en los cajones de los armarios de muchos emprendedores por no obtener financiación.

Porque la situación es la siguiente. Imagínense que nuestros ahorros, los de nuestros amigos, vecinos, los de los habitantes de una región o Comunidad Autónoma –por marcar un límite- están depositados en las sucursales de unas entidades en las que tenemos plena confianza. Al fin y al cabo, conocemos, o conocíamos, a sus empleados de toda la vida, y su denominación, Caixa Galicia, Cajastur, Banco de Asturias, Banco Gallego,… eran sinónimo de proximidad, de cercanía, de entidades que formaban parte de nuestro tejido empresarial.

Pero esta relación se ha visto truncada. La cacareada libertad de movimiento de capitales y la globalización, junto con la "obligada" conversión de las Cajas de Ahorro en puras Sociedades Anónimas, en empresas capitalistas, han transformado radicalmente el panorama. Como sociedades que buscan la optimización de sus resultados, el beneficio, la rentabilidad, ¿por qué van a conceder préstamos, créditos,… en nuestra región y a nuestras pequeñas empresas y autónomos cuando pueden obtener márgenes superiores en otras latitudes? La libertad de movimiento de capitales ha conseguido que nuestros ahorros vuelen hacia lugares donde el retorno, la rentabilidad, es superior. ¿Qué les impide actuar de ese modo? ¿Acaso no es su función? La búsqueda de mayores beneficios.

Desde hace muchos años diferentes posiciones han venido denunciando este hecho, pero en la actualidad el proceso parece haber llegado a su cenit, sin vuelta atrás. Grandes bancos (y no tan grandes) que obtienen recursos (ahorros) en unos lugares del planeta y los reinvierten en aquellos otros donde sus expectativas de obtener beneficios son mayores. Mientras, los millones de ahorradores de una región ven como ésta se dirige de manera inexorable hacia la parálisis, sin inversión, sin financiación, sin empresas, sin empleo, sin perspectivas de futuro. Son las eternas fuentes de mano de obra emigrante. Situación que podemos calificar como auténtico expolio de capital financiero y humano.

viernes, 17 de junio de 2011

Deriva.

Por mucho que nos empeñemos en nadar contracorriente, cuando las fuerzas comiencen a escasear, nos veremos abocados a abandonar en nuestro empeño, a dejarnos llevar por la corriente río abajo o, como mucho, intentar arribar a la orilla para no perder lo alcanzado con tanto sacrificio.

A estas alturas se da por hecho que la corriente defensora de ligar salarios con productividad se ha impuesto, y por mucho que se levanten voces en contra, la semilla ha sido plantada en terreno abonado. Sólo es cuestión de tiempo ver brotar el germen y recoger los frutos.

Pero ante la realidad que se avecina sería conveniente que conociésemos los factores que influyen en la productividad de los trabajadores con el fin de poder extraer algunas conclusiones derivadas de relacionar salarios y productividad.

¿Cuáles son estos factores que influyen en la productividad del trabajador? Como más importantes podemos citar:

El salario, tanto su cuantía como su estructura, una parte fija más incentivos.
El sistema de organización y dirección que impera en la empresa. Una buena organización es beneficiosa a la hora de conseguir mejores resultados.
El procedimiento de reclutamiento y selección de personal. Características personales, profesionales y laborales son dejadas a un lado en numerosas ocasiones cuando se trata de conseguir el trabajador idóneo para el puesto vacante.
El sistema de formación y entrenamiento profesional. Posibilitar que el trabajador se adapte a la evolución tecnológica.
La forma de supervisión. Cómo se controla el trabajo realizado por los empleados.
El sistema de motivación implantado en la empresa.
El sistema de participación de los empleados en las decisiones empresariales.
Finalmente, el llamado sistema sociotécnico, el nivel tecnológico de las instalaciones, de los métodos y procedimientos de trabajo, la forma de organizar la producción,...

Como podemos comprobar, muchos de estos factores son ajenos a la voluntad del trabajador y dependen de las decisiones empresariales. Siendo así, la decisión de vincular salarios y productividad beneficiaría en gran medida a aquellos trabajadores que formasen parte de organizaciones con una importante dimensión, aquéllas en las que se implementen buenos métodos de gestión. Normalmente éstos se encuentran en las grandes corporaciones. Teniendo en cuenta que el tejido productivo de este país está formado en torno a un 95% por pequeñas y medianas empresas (PYMES), podemos concluir que, de continuar con la tendencia iniciada, la arbitrariedad a la hora de revisar salarios será una constante. Es otra forma de, si no reducir salarios, al menos que no crezcan y conseguir de esta forma los objetivos que nos marcan, aumentar la competitividad de nuestros productos y servicios, vía reducción de costes (salariales).

jueves, 16 de junio de 2011

El enemigo en casa.

A esto se le denomina descoordinación. Si ayer hacíamos mención al paso atrás dado por la Comisión Europea en su intento para que se llevarán a cabo más medidas impopulares en nuestro país, hoy aparecen en prensa  las ideas que nos proponen desde el sector bancario español. Reducción de salarios y precios para ganar en competitividad. Además, el Banco de España, siguiendo la recomendación genérica de la Comisión Europea (aquélla que decía que había que explotar el margen para mejorar la eficiencia fiscal), propone en un ejercicio de literalidad absoluta que se eleve el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), impuesto indirecto que grava el consumo y que no hace distinciones entre ciudadanos con diferentes rentas disponibles. ¡Eso sí que es un ejemplo claro de cómo explotar el margen!.

Resumiendo, la Comisión Europea propone, el Gobierno alega, la Comisión acepta y recula, y cuando parecía que las aguas volvían a su cauce, aparecen los “más afectados” por la crisis proponiendo más sacrificios, a la clase trabajadora.

Pero hoy tampoco me olvido de Grecia. Si hace unos meses nos sorprendíamos por los altos tipos de interés que tenía que pagar por financiarse en los mercados (en aquellos momentos los bonos a 10 años rondaban el 10%), a día de hoy esos tipos se aproximan al 20%.

Primero fue Grecia, luego Irlanda y después Portugal, todos ellos obligados a aceptar un rescate con ayudas millonarias y a adoptar medidas impopulares, sacrificios. Cerrado el ciclo, comienza uno nuevo. Las miradas puestas en el país Heleno a la espera de que se declare en quiebra y suspenda pagos. Las hienas lo palpan en el ambiente. Porque lo chocante de la situación es que, mientras los ciudadanos sufren las graves consecuencias derivadas de las medidas de austeridad, los países deben continuar emitiendo deuda pública para poder financiarse y, a pesar del alto riesgo de quiebra, existen inversores que continúan comprando esos bonos ¿por qué? ¿Acaso no existe la posibilidad de impago? Después vendrá Irlanda y Portugal, sin olvidar al resto de países europeos. Mientras tanto, los grandes inversores no hacen asco a nada. Alto riesgo de impago, altos intereses. Altos intereses a pagar significa más sacrificios por parte de los ciudadanos, y así continúa la espiral.

La Unión Europea mientras tanto sigue debatiendo como solucionar el entramado. El Banco Central Europeo no puede financiar a los Estados por mandato de los Tratados. Un tema político. Así que la única solución por el momento es que los países acudan a esos mercados eficientes. ¿Vislumbran una posible solución en el horizonte?

miércoles, 15 de junio de 2011

Reculan.

Si hace días Bruselas nos recomendaba tomar medidas como podían ser la bajada de cotizaciones sociales y la subida de impuestos (IVA), hoy recula tras haber oído las argumentaciones de los ministerios de economía y trabajo. Aceptan las explicaciones y a cambio emiten una recomendación “genérica”, una de esas recomendaciones que sin decir nada concreto insinúa por donde deben ir los tiros: que España “explore el margen para mejorar la eficiencia del sistema fiscal”, es decir, que nuestro sistema fiscal no es eficiente y presenta posibilidades para ser mejorado (habría que definir primero que entienden por sistema fiscal eficiente). Además, para que esta generalidad pueda entenderse, nos ponen un ejemplo clarificador, “trasladar los impuestos sobre el trabajo a tasas sobre el consumo y medioambientales”. Si uno se para un poco a reflexionar sobre este ejemplo descubre que no varía mucho de la recomendación inicial; si en un primer momento nos invitaban a reducir las cotizaciones sociales (la mayor parte pagadas por el empresario), ahora proponen reducir impuestos sobre el trabajo, quizás esto signifique que se reduzcan los impuestos directos (IRPF) sobre los salarios de los trabajadores (las retenciones que nos aplican en la nómina). Para compensar este descenso de ingresos se debería recaudar más aumentando los tributos sobre el consumo, aunque en este caso disfrazados de tasas, que al parecer suena mejor que proclamar una subida de impuestos. Pero, al fin y al cabo, las tasas, como nos recuerda el artículo 2 de la Ley General Tributaria, son tributos al igual que los impuestos. El mismo regalo con diferente envoltorio.

Y uno se pregunta, por qué este tipo de recomendaciones o invitaciones se realizan a través de los medios de comunicación.

lunes, 13 de junio de 2011

Manifiesto VII.

Antes del paréntesis obligado habíamos estado comentando el manifiesto que nuestros economistas aterrados habían publicado con gran éxito. Retomada nuevamente la actividad de bloguero vamos a continuar analizando las falsedades recogidas en dicha publicación y que han sido aceptadas como hechos irrefutables por gran parte de los agentes económicos. Dejamos a un lado la falsedad número 7, que será retomada en otra ocasión, y nos centramos en la número 8: La Unión Europea defiende el modelo social europeo.

Dicen nuestros economistas que en esta nuestra Europa conviven dos visiones enfrentadas pero que se mantienen a una cierta distancia para no verse en la obligación de entrar en combate. Una de ellas, la de los socialdemócratas, defendiendo una Europa que debería tener por objetivo promover el modelo social que tuvo su origen en los compromisos sociales alcanzados tras la Segunda Guerra Mundial (protección social, servicios públicos, políticas industriales). Sin embargo, la otra, la visión dominante, tanto en Bruselas como en la mayoría de los gobiernos nacionales, tiene por objetivo adaptar las sociedades europeas a las exigencias de la globalización (eufemismo de mercado), poner en tela de juicio el modelo social y desregular la economía (cuantas menos leyes, decretos, normas,… mejor). La preeminencia de la competencia, abierta no solo al mercado europeo, sino también al resto de inversores mundiales, el libre mercado. La disminución de la importancia de los servicios públicos.

La organización de la política macroeconómica (Banco Central Europeo) está marcada por la desconfianza respecto a los gobiernos elegidos democráticamente. No se ha establecido ninguna política coyuntural común ni se ha definido ningún objetivo común en términos de crecimiento o de empleo. No se tienen en cuenta las diferencias de situación entre los países porque el Pacto de Estabilidad no se interesa ni por las tasas de inflación ni por los déficits exteriores nacionales.

Dos medidas que se proponen para debate: una, cuestionar la libre circulación de los capitales y de las mercancías entre la UE y el resto del mundo, estableciendo acuerdos multilaterales o bilaterales entre los países, y otra, convertir “la armonización en el progreso” en el hilo director de la construcción europea, establecer objetivos comunes en materia de progreso social como en materia macroeconómica.

jueves, 9 de junio de 2011

Causa, efecto.

Leo: “La venta de viviendas cae un 30% por el fin de las ayudas fiscales”. ¿Seguro? Causa: fin de las ayudas fiscales, efecto: cae la venta de viviendas. Nuestros intrépidos periodistas han decidido que sólo existe una causa para explicar la caída de la venta de viviendas. Se retira una deducción fiscal (afirmación que no es correcta puesto que existen colectivos que pueden disfrutar de esta deducción) y poco menos que se hunde el sector de la construcción. ¿Y antes de la retirada de las ayudas? ¿Se mantenía el ritmo de ventas? Tampoco se tiene en cuenta que en épocas de bonanza una gran parte de las ventas eran de segunda vivienda, no como vivienda habitual, y que por tanto no disponían de deducción fiscal; y tampoco se han tenido en cuenta las compraventas realizadas con ánimos especulativos, carentes también de la posibilidad de deducción fiscal.

En fin, que la crisis mundial tiene poco que ver en la escasa demanda de viviendas. El culpable, según el titular, es la imposibilidad de deducción en la declaración de la renta de unos 1.350 euros aproximadamente, y como máximo. Del precio de la vivienda, nada se dice. De los salarios mileuristas, nada se cuenta, y eso si se tiene la suerte de disponer de un empleo.

Sólo les falta decir que "La venta de coches de gama alta cae por la reducción del límite de velocidad". Causa: reducción del límite de velocidad, efecto: no se venden BMW (por ejemplo).

miércoles, 8 de junio de 2011

Ideas.

He vuelto. Analizadas las circunstancias que me obligaron a realizar un paréntesis y aclarado parcialmente mi futuro a corto plazo, aquellos proyectos que se encontraban en perspectiva, he decidido continuar con el blog, quizás no con la frecuencia acostumbrada hasta ahora, pero continuaré dejando mis impresiones sobre los temas económicos de actualidad.

Aclaradas mis intenciones vamos al grano. La Real Academia Española de la Lengua define la palabra “eufemismo” como “manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”, definición que podemos aplicar a las recomendaciones de la Comisión Europea al sugerir que nuestro país “remate las medidas anunciadas” como son la reforma de las pensiones o del sistema de negociación salarial; es decir, que a pesar de ir por buen camino es necesario apurar el paso para llegar a tiempo (¿A dónde?). Asimismo nos invita a elevar impuestos sobre la energía, concretamente sobre los carburantes, para poder reducir las cotizaciones, supongo que empresariales, a la Seguridad Social. Subida de impuestos indirectos (que pagamos todos, independientemente de nuestra capacidad económica) y bajada de impuestos directos (que pagarían los empresarios en gran medida). Y todo ello a pesar del reconocimiento por la propia Comisión de que no existen dudas sobre la capacidad de España para cumplir con el ajuste presupuestario. ¡Menos mal!

La ministra de economía ha manifestado que “ni hablar” de subidas de impuestos que castigarían el ya raquítico consumo, “ni hablar” de rebajas que puedan poner en peligro la sostenibilidad de la Seguridad Social.