Y, ¿ahora qué?
El resultado, el previsto. Algún suspenso, 5 entidades españolas (un banco y cuatro cajas), y poco más. En total 8 de 90. ¿Presentarían a las pruebas aquéllos que tuviesen todas las papeletas para no superarlas?
¿Qué se ha demostrado? Que en épocas de extrema virulencia, virulencia virtual puesto que en la actualidad el escenario es más complejo que el peor de los utilizados para las pruebas, la mayor parte de las entidades seguirán obteniendo beneficios. Eso sí, menores beneficios. Esto supondría que las entidades, como sociedades capitalistas, deberían optar por aplicar las medidas que crearan mayor valor para sus accionistas: cierre de sucursales, reducción de plantillas, incremento de comisiones, etcétera, etcétera.
En definitiva, las entidades son solventes, al menos las que se han presentado. Las que no lo sean en el peor de los escenarios (unas cuantas, según los resultados, e insisto en que es un misterio el cuándo se podría producir este escenario, máxime cuando la actual situación ha superado todas las expectativas), pues ya veremos que pasa, o no.
Entretanto, iniciamos semana con el tema de moda, la “crisis de la deuda pública”. Este jueves, reunión de los políticos europeos para intentar cerrar el conflicto derivado de la ayuda a Grecia, y todas sus consecuencias (he leído que Grecia es una especie de conejillo de indias donde se quieren probar medidas, que llegado el caso puedan trasladarse a otros países si las cosas se complican, aun más).
Por último, y relacionado con los efectos directos que son producidos por la crisis, el desempleo y las reformas laborales, dejo la siguiente reflexión extraída de uno de los libros del filósofo Michel Onfray: La religión del trabajo ha convertido al parado en un mártir, el fervor que exige [la religión del trabajo] y los sacrificios que pide han transformado a los solicitantes de empleo en pecadores y en penitentes que pueden obtener el perdón y la salvación en la medida en que hayan merecido y ganado una redención a fuerza de “impasibilidad y sumisión” a las necesidades de las leyes,…, al menos de un mercado que impone el reinado de su terror a través de la “escasez organizada” del trabajo en lugar de su reparto. “Otra distribución” disminuiría los padecimientos colectivos de quienes sufren por exceso de trabajo y de quienes se lamentan de no tenerlo.
Reléanlo y deténganse en los entrecomillados. Inquietante.
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