jueves, 7 de abril de 2011

Una demanda y una respuesta.

Uno de los argumentos que con frecuencia se esgrime como un lastre para que nuestras empresas (y por qué no, familias) puedan salir de la actual situación y volver a la senda de crecimiento es el hecho de que las entidades financieras mantienen cautivos los fondos, vamos, que tienen cerrado el grifo del crédito. Lo habrán oído más de una vez en los medios. Ayer mismo, el Presidente de CEPYME (la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa) hacía referencia a este hecho. Las dificultades que poseen las empresas para llevar a cabo sus proyectos de inversión y su funcionamiento diario por carecer de los fondos necesarios impiden que vuelva a ponerse en marcha la maquinaria económica, y por ende, la creación de empleo.

Pero, aquí surge una “pequeña” contradicción. ¿No nos han repetido hasta la saciedad que una de las causas que nos llevó a la actual situación ha sido el excesivo endeudamiento del sector privado, de las empresas y familias?

Pues bien, aprovechando la intervención del Gobernador del Banco de España y sus declaraciones (de la cual hacíamos ayer mención) decirles que la respuesta a las demandas de los empresarios (y familias) de abrir el grifo del crédito es la siguiente: “las entidades (financieras) continuarán sufriendo el estancamiento de su principal negocio: la concesión de créditos. La demanda solvente seguirá siendo escasa, […] Dado que las familias y empresas tienen que desendeudarse, con mayor razón cabe esperar que la demanda solvente de crédito tarde más tiempo en crecer”.

Traducido: centren su atención en dos términos, “demanda solvente” y “desendeudarse”; sólo aquellas empresas y familias que tengan capacidad para devolver los préstamos y créditos, es decir, que sean solventes, podrán acceder a nuevos créditos, el resto, toca ingeniárselas hasta que se “desendeuden”.

Las entidades financieras tienen bastantes problemas ellas solas como para implicarse en la mejora de la economía general: requerimientos de capital, coste de financiación, tanto en los mercados como en la captación de fondos del público, etcétera.

En definitiva, toca ser “eficiente”, obtener los mismos resultados con menores recursos (¿despidos?) u obtener más resultados con los mismos recursos (productividad); la tercera vía para ser eficiente la están aplicando algunas grandes corporaciones en la actualidad, obtener más resultados con menores recursos, ya conocen ese cuento de tener que presentar beneficios crecientes ante las juntas de accionistas y los mercados para continuar sobreviviendo.

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