Sabía yo que muy lejos no podría ir, y no es porque tenga una gran clarividencia o más luces que el resto de los mortales. Pero el tema presentaba ciertas aristas que parecían muy afiladas y se corría el riesgo de sufrir importantes daños; a veces sólo se trata de tener una perspectiva un poco distante de la ingente cantidad de datos y problemas que se nos presentan, de marcar una distancia que no esté ni tan alejada ni al mismo tiempo tan próxima que distorsione los rasgos esenciales. ¿Se acuerdan del Pacto de Competitividad? (el que pretendían imponernos el eje franco-alemán). Al parecer se le ha lavado la cara, peinado y perfumado para que no presente una imagen un tanto, iba a decir desaliñada, pero me quedo con agresiva.
El Presidente del Consejo Europeo, el Sr. Van Rompuy, y su equipo, han creado un borrador del mencionado pacto para que sea aprobado el próximo día 11. La idea, el espíritu, es la misma, pero sin agresividad. Un poco más de diplomacia.
Los puntos conflictivos se han diluido como azucarillos: indexar salarios a la productividad se ha convertido en una sugerencia, primando el respeto a la tradición de los distintos países a la hora de la negociación colectiva (vamos, que les sugerimos que busquen fórmulas alternativas para revisar los salarios, a ser posible eliminando la referencia al IPC, pero es problema suyo el como hacerlo, no nuestro, allá se entiendan). ¡Otro conflicto en casa! El otro punto, incluir en las constituciones la “obligatoriedad” de establecer un límite al déficit o a la deuda pública, se ha transformado en un “compromiso” por parte de los países bajo un sistema propio que asegure la consecución de este “compromiso” (Ídem, arréglenselas como puedan, pero comprométanse a no despilfarrar).
Veremos que pasa el día 11. ¿Será un disfraz?
No hay comentarios:
Publicar un comentario