viernes, 3 de diciembre de 2010

Una aspirina.

En el post de ayer les comentaba que estaríamos pendientes de la decisión del Banco Central Europeo (BCE) para saber por donde irían los tiros. Como he repetido en varias ocasiones la misión principal del BCE es luchar contra la inflación mediante el instrumento de los tipos de interés. Indudablemente también adopta otras medidas, como puede ser el aumento o reducción de la liquidez en el sistema financiero.

Pues bien, como era de esperar, los tipos de interés siguen manteniéndose en el 1 por ciento ante las perspectivas de inflación en la Unión Europea. Respecto a las otras medidas posibles, el BCE europeo mantiene la barra libre para las entidades financieras hasta el primer trimestre del 2011 al objeto de que puedan encontrar financiación.

¿Y qué pasa con la deuda pública de los países con problemas? Aquí residía la mayor parte de las expectativas en el día de ayer; las bolsas europeas se encontraban con una euforia desmedida, tanto el día anterior como a primeras horas de la mañana de ayer, ante la posibilidad de que el BCE comprase esos bonos y de esa forma ayudase a los países con dificultades a salir del apuro, temporalmente.

Ni una palabra al respecto en todo el discurso por parte de su presidente, Jean-Claude Trichet; las palabras mágicas que esperaban los mercados no se oyeron por ningún lado. De hecho, cuando esto sucedía, las bolsas se ponían en rojo ante la decepción. Se mascaba una nueva tragedia, un nuevo ataque a los países. Pero, como en un cuento para niños, algo raro sucedió; alguien estaba comprando la deuda pública de los países con problemas. Digo alguien porque nadie sabía quien era. Se hablaba incluso del gobierno chino. Al final, los analistas sacaron como conclusión que era el propio BCE el que estaba echando una mano a los países de la UE con problemas. De forma encubierta ¿Motivos?

Transparencia, la palabra mágica que los mercados quieren oír; sin embargo, los principales actores mantienen un discurso bastante opaco a la hora de transmitir sus políticas.

Veremos lo que dura la calma. Esto ha sido una aspirina para el enfermo. Y el enfermo necesita una mayor actuación.

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