miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Tanto hemos cambiado?

Tras el final de la devastadora Segunda Guerra Mundial los países europeos, que habían sufrido en sus propias carnes todas las consecuencias de la destrucción, decidieron incrementar el porcentaje de su Producto Interior Bruto (PIB) destinado a servicios sociales, a pesar de las enormes dificultades que padecía la mayor parte de la población. Especialmente destacable es el caso de Gran Bretaña y el famoso informe de Sir William Beveridge en el que se basó su legislación social de la postguerra (un servicio nacional de salud, una pensión estatal adecuada, ayudas familiares y cuasi pleno empleo).

El historiador Tony Judt, recientemente fallecido, en un voluminoso libro al que tituló “Postguerra, una historia de Europa desde 1945”, hacía el siguiente análisis respecto a los sacrificios que los europeos estaban dispuestos a realizar para alcanzar el estado del bienestar:

“¿Por qué estaban los europeos tan dispuestos a pagar tanto por seguros y otras prestaciones a largo plazo en un momento en el que la vida seguía aún siendo muy dura y la escasez material endémica? La primera razón …, precisamente porque los tiempos eran tan difíciles, los sistemas de bienestar … constituían una garantía de un cierto mínimo de justicia, de equidad.
En segundo lugar, los Estados … eran socialmente redistributivos … no pretendían ‘desplumar a los ricos’. Por el contrario, aunque los pobres eran los que percibían la mayor ventaja inmediata, los verdaderos beneficiarios a largo plazo eran los profesionales y comerciantes de la clase media. […] Junto con la provisión estatal de una enseñanza secundaria y superior gratuita o subvencionada para sus hijos, todo ello proporcionaba … una mejor calidad de vida y una mayor disponibilidad de sus ingresos. Lejos de dividir a las clases sociales entre sí, el Estado europeo del bienestar los vinculaba más estrechamente que nunca, haciéndoles compartir un interés común … El Estado de la postguerra era en toda Europa un Estado ‘social’, con una responsabilidad implícita hacia el bienestar de sus ciudadanos. […] la fe en el Estado era como mínimo igual de sólida en los países pobres que en los ricos, y quizá más en los primeros, dado que en dichos lugares sólo el Estado podía ofrecer esperanzas o salvación al conjunto de la población.”

¿Tanto hemos cambiado? Justicia, equidad, Estados redistributivos, intereses comunes, responsabilidad, fe en los Estados, … ¿serán conceptos vagos, sin contenido, que han quedado relegados a desempeñar el papel de simples ornamentos en los textos literarios?

2 comentarios:

agremon dijo...

No hemos cambiado tanto. Pero como si lo hubiéramos hecho. Los intereses financieros, via su poder mediático están tratando de nuevo de convencernos de dos cosas: TINA ('There Is No Alternative' a lo que ellos proponen como interés general, su propio interés -inmediato-) y QuiNA (a Quien No permitimos hAblar, no cuenta)

Eu dijo...

Y es ahora en Gran Bretaña donde quieren subir tanto el coste de la educación superior que quedará relegada a las clases ricas...