viernes, 19 de noviembre de 2010

Un pavo (o consumidor) feliz.

Tomo la idea del matemático N. Taleb, para reflejar la ilusoria o ficticia sensación de felicidad (económica) vivida. Durante años, los consumidores de las economías avanzadas, nos hemos comportado y hemos sido felices (económicamente) como un pavo. Sí, el pavo es un animal que debe tener la sensación de que el mundo es maravilloso; toda su vida es felicidad, o casi toda. Desde principios de año sólo tiene una misión, alimentarse con todo aquello que su cuidador le proporciona, y pavonearse de un lado a otro en su corral confiado en que toda su existencia se limita a eso. Exactamente como nos hemos comportado los consumidores antes del 2007: comprar casas, coches de gama alta, vacaciones, iphones, ipads, ipods, “i-valaostia”, todo lo que nos ponían delante.

De vez en cuando, alguien pasa por delante del corral y dedica una triste mirada al pavo (y en ocasiones una tenue sonrisa), como muestra de su insospechado y trágico destino; pero éste, indiferente, incluso arrogante, sigue a lo suyo, con su feliz existencia, comiendo, engordando, pavoneándose. Hasta la semana anterior al día de Navidad; en ese momento el escenario se transforma de manera radical para el feliz pavo; se terminó el consumir. Su nueva función es la de devolver a su cuidador todas las atenciones que ha recibido durante este tiempo. Fin de la feliz existencia.

Lo bueno de la historia, no para el pavo, es que cuando llegue el nuevo año el cuidador conseguirá nuevos y jóvenes pavos que volverán a consumir de forma frenética durante un largo tiempo, con la sensación de que este mundo que les ha tocado vivir es el mejor, el más feliz. Hasta Navidad.



P.D. En la actualidad el criador de pavos se ha encontrado con un problema inesperado; los pavos están inapetentes y rechazan toda la variedad de comida que su cuidador les proporciona, a pesar de las amplias y continuas medidas que éste ha tomado. Por desgracia, y debido al lamentable estado que presentan, alguno de estos pavos deberá ser sacrificado para evitar un efecto contagio al resto de sus congéneres.

2 comentarios:

Pedro dijo...

Me gusta mucho el artículo.
un saludo, Pedro.

Anónimo dijo...

Hai unha viñeta no libro Cousas da Vida de Castelao que resume moi ben esta historia: un par de burros miran para un cocho que está tumbado durmindo na cuadra ó lado deles e un dícelle ó outro:
- Érache boa vida, se durase.
Pois eso