sábado, 13 de noviembre de 2010

Las mismas buenas intenciones de siempre.

Finalizó la cumbre del G-20 celebrada en Seúl los días 11 y 12 de noviembre. Qué decir. Decepcionante.

Desde la distancia uno puede sacar pocas conclusiones al respecto, máxime cuando las declaraciones posteriores son escuetas, excesivamente formales y cargadas, como siempre sucede en estas reuniones, de buenas intenciones: “alcanzar un crecimiento sostenido y equilibrado”, un “sistema financiero más robusto”, centrar el objetivo en el “empleo”, proveer “protección social y trabajo digno”, etcétera, etcétera.

Cuando oigo estas declaraciones siempre pienso lo mismo: “¿qué estaban haciendo hasta ahora?”, “acaso ¿no son las mismas intenciones de siempre?” Da la impresión de que utilizan el “copiar” y “pegar” del procesador de textos para hacer los comunicados.

Pero algo más me llamó la atención. Se trata de la “declaración final” consensuada por todos los participantes: pedir a los países que se “abstengan” de manipular sus monedas … ¿Cómo? Hay algo que se me escapa, algo que no logro entender muy bien ¿a quién van a efectuar una petición?: yo, China, que manipulo el tipo de cambio de mi moneda, ¿me pido a mí mismo que deje de manipularla? No han firmado una declaración en la que se “comprometen” a no manipular, sino que han hecho una “petición” para que no se manipule ¿No sería más eficaz instrumentar un mecanismo que evitara estas prácticas en lugar de confiar en la buena fe de los gobernantes? Al parecer no; estos gobiernos son conocedores de los efectos que esta política produce sobre la economía de sus países y no van a ceder a pesar de las declaraciones de buenas intenciones. Lo dicho, otra cumbre decepcionante.

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