Continuamos desgranando el manifiesto de los aterrados economistas.
Falsedad nº 3: “Los mercados son buenos jueces de la solvencia de los Estados”.
Descartado el hecho de que los mercados son eficientes, vamos a ver si son buenos jueces a la hora de impartir justicia. Les unimos sus escuderos, los que diagnostican la bondad de la situación, nuestras queridas Agencias de Calificación.
Nos vienen a decir nuestros economistas que medir un título financiero es una cuestión de juicio, de predicción del futuro, no un proceso objetivo, mensurable, como podría ser medir el peso o la altura. Se trata de medir un derecho sobre unos ingresos a obtener en el futuro y sobre los cuales influyen diferentes variables. Variables porque, obviamente, cambian y no pueden considerarse constantes. Piensen en la deuda emitida por Grecia para financiarse y como sus intereses se dispararon al 10% ante las “dudas” de los mercados. Dudas que influyen a su vez en los precios de los títulos. Una sospecha, un bulo, dispara las valoraciones. ¿Recuerdan cuando les hablaba del coste que tenía que pagar el Estado español para financiarse en los mercados? Una noticia sobre Irlanda disparaba el sobrecoste a pagar, los intereses, dando cabida a la especulación.
Mucha psicología, pocos datos objetivos.
Dos medidas se proponen:
- Reglamentar la actividad de las agencias de calificación. Cálculos transparentes y no arbitrarios.
- Que sea el Banco Central Europeo (BCE) el que compre los títulos de deuda pública de los Estados cuando necesiten financiarse, no los mercados “eficientes”. Se conseguiría de esta forma conocer el coste a pagar, es decir, lo que en última instancia tendremos que devolver todos los contribuyentes.
Continuará.
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