Respecto a mis confusiones manifestadas recientemente en una entrada anterior, hubo quien me comentó que las empresas no podían prever los resultados futuros y, por ende, las causas que los originaban. Ni que decir tiene que no estoy de acuerdo con esta apreciación. Veamos el porqué.
Quizás un pequeño empresario no preste la atención suficiente a su negocio (cosa que dudo) cuando se trata de proyectar resultados en función del entorno que le rodea, quizás se pierda en la maraña de términos y conceptos que envuelven el mundo empresarial, y que, a pesar suyo, también le afectan (fiscales, contables, mercantiles, financieros,…), pero una PYME (denominadas así a las pequeñas y medianas empresas) conoce perfectamente cuál es la evolución de su negocio.
Una empresa dispone de mucha información, desde el estado de su inmovilizado, es decir, de sus bienes (nuevo, obsoleto, eficiente, si genera elevados gastos de mantenimiento,…), pasando por los acuerdos con los proveedores, la competencia, los clientes (actuales como potenciales), el personal del que dispone (habilidades, capacidades, conocimientos, motivación,…), hasta la situación financiera (ratios de endeudamiento, coste de la deuda,…), sin olvidar el ciclo en el que se encuentran sus productos (madurez, en declive). Todo ello forma parte de la información que el empresario tiene a su alcance y que puede (y debe) utilizar para dirigir el destino de su empresa.
Productos que han alcanzado la madurez, es más, que pueden haber entrado en fase de declive como consecuencia de la irrupción en el mercado de productos sustitutivos ¿Se imaginan una empresa fabricando máquinas de escribir en la actualidad?; proveedores que tienen cautiva a la empresa por ser los únicos que el empresario conoce en su entorno (algún empresario desconfía de las empresas que están fuera del perímetro que él considera adecuado, supongo que para poder reclamar en persona); escaso número de clientes que conforman el grueso de la facturación, con el consiguiente riesgo para la empresa si a éstos les surgen dificultades (alguna empresa dispone de un único cliente en su cartera, ¿y si no paga?); empresas excesivamente endeudadas y con altos costes de financiación. Sólo son algunos ejemplos.
Para terminar, decirles que, éste que les escribe lleva más de veinte años en la profesión y ha visto pasar unas cuantas empresas (nacer y morir) de diferentes tamaños, y pueden creerme, o no, si les digo que en todo este tiempo (es una experiencia personal) sólo una empresa quiso conocer en su momento cuál era su rentabilidad (y fue por casualidad, no porque el empresario tuviera gran interés en saber); otra quiso conocer cuál era su valor, cuánto valía (pretendían venderla); poco más.
En definitiva, que la respuesta es que sí se pueden conocer las causas que llevan a muchas empresas a su destino, otra cosa es que queramos saberlas (ahí ya entran en juego muchas variables, e intenciones) y que se utilice el camino más fácil cuando la situación llega a un extremo insostenible, y este camino no es otro que el despido.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo con usted Sr. economista, pero como una empresa la monta cualquiera, no hace falta conocimiento empresarial, y pagar asesores no suele gustar, pues así les va como les va.
Algunos de ellos creen ser muy ricos y están peor que los que cobran 1000 euros al mes.
Un saludo, me apasiona su blog.Escriba un libro de economía o opte a una plaza en la universidad, es usted un buen comunicador, sencillo y razonable.
Estoy totalmente de acuerdo con Ustdes dos, y creo que cada vez es más necesario saber de ecopnomía para cualquier empresa, por pequeña que sea... las antiguas casas de labranza con 20 vacas, que han pasado a 60, ya no son casas de labranza, son auténticas empresas, en esta comarca de Ribadeo mejor les iría si se parasen a leer tu bolg, y estudiar un pelín, sólo un pelín, para no cambiar los tractores o cualquier máquina al capricho y sin tener ni idea de amortizaciones, rentabilidades etc., igual pescadores, carpinteros...etc.
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