martes, 1 de febrero de 2011

Una nueva época.

Estos días podíamos traer a colación una frase del pensador español José Ortega y Gasset (aunque originariamente se insertaba en una temática totalmente distinta) que decía: “… no depende el deber de nuestro arbitrio; hay que aceptar el imperativo de trabajo que la época nos impone”.

Sí, una nueva época se abre ante nosotros y, ante las incertidumbres que la acechan, no nos quedará más remedio que adaptarnos a las nuevas reglas de juego, aunque no sean de nuestro agrado.

Imagino que, al igual que yo, habrán podido leer y escuchar estos días multitud de voces manifestándose a favor o en contra, e incluso alguna vocecilla dubitativa, en relación a la reforma de las pensiones. Algunos ejemplos de opiniones a favor: “…representa un paso adelante decidido hacia la sostenibilidad futura del sistema de pensiones”; otras en contra: “La reforma … es simplemente reducir a medio y largo plazo las pensiones. Las medidas básicas … además de injustas … son insuficientes para garantizar la sostenibilidad del sistema”. Y así, para todos los gustos. ¿Quién tiene razón? Supongo que ambas posiciones tienen argumentos que las sustentan. Lo cierto, y es ya un hecho o está a punto de serlo, es que las próximas generaciones que se incorporen al mercado laboral tendrán que trabajar mas años para obtener una pensión completa, siempre que el sistema les permita incorporarse (No, no me olvido de los que estamos ya en el mercado laboral, también nos afecta).

Y al hilo de lo anterior, dejo unas palabras del sociólogo polaco Adam Schaff recogidas en un libro publicado en 1993, “Humanismo Ecuménico”: “Hay mucha gente que considera exagerada e inverosímil la apreciación de que el trabajo, en el sentido tradicional de la palabra, va desapareciendo poco a poco y que, presumiblemente, en unos 30-50 años puede extinguirse por completo; sin embargo expertos en el ámbito tecnológico piensan que estos plazos son excesivamente amplios y que todo el proceso llegará a su término mucho antes. Se cierne, pues, la amenaza de un paro generalizado”. Hago hincapié en el sentido “tradicional” del trabajo.

En fin, ya han transcurrido cerca de 20 años.


P.D. No podía dejar pasar una reflexión que un, no sé como catalogarlo, realiza en uno de los periódicos de mayor tirada a nivel nacional. Evito nombres porque creo que no merece un mínimo de publicidad: “…todo el mundo tiene derecho a voto, pero el valor de este voto tiene que estar ponderado por la aportación que el individuo hace al Estado (declaración de la renta). Es justo y proporcional que quien más aporta, más decida; …” Supongo que a este individuo no le habrá ido nada mal en la vida. Si estas ideas reflejan el sentimiento de una parte importante de la población, tendría más motivos para preocuparme que las manidas reformas económicas. Otra perla: “…Acabar con la idea de que el Estado tiene que pagarte la vida. Ni la Sanidad ni la enseñanza ni nada …”. Sin comentarios.

3 comentarios:

Eu dijo...

No sé si la reforma es buena o mala, eso os lo dejo a los "teóricos". Lo que está claro es que con el aumento de la esperanza de vida y su calidad es insostenible el esquema actual.

Salvador dijo...

Creo que siempre hubo épocas de vacas gordas seguidas de crisis, guerras, plagas o hambrunas, etc. Lo realmente terrible es que la contabilidad de los gobernantes la miden en votos, no en euros, su objetivo no es el nuestro... y las medidas necesarias a la larga no son "vendibles", es mejor parchar y derrochar, eso da votos.

agremon dijo...

Apúntate otro tópico desmontado (por lo menos)