viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Fin del euro?

Esta es la pregunta que últimamente se hace mucha gente tras los acontecimientos acaecidos durante los últimos meses (Grecia, Irlanda, Portugal, España, …); por lo que he podido comprobar existe cierta preocupación o, al menos, inquietud, por conocer cuál puede ser el destino de la que ha sido durante los últimos años nuestra moneda.

Lo cierto es que responder a esta cuestión se torna un reto difícil, quién sabe lo que pasará por las cabezas de nuestros dirigentes europeos. Por ello, y porque resultaría más sencillo dar un pronóstico sobre quién ganará la liga de fútbol, voy a intentar resumir cuáles son las posturas que se manejan al respecto.

Por un lado, nos encontramos con los partidarios de la “desaparición” de la moneda única, o euro. Sí, alguno se sorprenderá, pero existen economistas, políticos, etc., que ven más problemas que soluciones en la existencia del euro. A pesar de los beneficios que ha acarreado su presencia durante estos años, sobre todo a la hora de efectuar transacciones comerciales (por ejemplo, la reducción de los costes, financieros principalmente), cuando las cosas se han torcido surgen las dudas sobre su utilidad y afianzan los motivos de sus detractores: diferentes estructuras económicas en los países que conforman la zona euro, y, lo más importante, con diferentes marchas en su crecimiento económico, impide utilizar la moneda única como instrumento revitalizador de las economías más deprimidas. Los partidarios de su eliminación esgrimen el mayor margen de maniobra del que dispondrían los países con monedas propias: una devaluación (una pérdida de valor) de éstas haría más competitivas las exportaciones, con lo que se podría mantener o reactivar el funcionamiento de la economía ante la escasez de demanda interna (lo que compran los residentes de un país).

Por otro lado están los “defensores” del euro. Aquellos países que tienen sus principales mercados fuera de sus fronteras, principalmente Alemania, que mantiene entre un 50 y un 60 por ciento de su mercado en la zona euro. Una vuelta a su moneda, el antiguo “marco”, pondría en dificultades sus exportaciones como consecuencia de la fortaleza que tendría sobre el resto de las monedas europeas (al resto de países les resultaría más caro comprar los productos alemanes). También supondría una vuelta atrás en la formación de la Unión Europea, del mercado único, etcétera.

Resumiendo, mientras las condiciones continúen siendo las que son, mi opinión personal es que mantendremos el euro durante años. Si la situación cambia, es decir, si los países que forman la Unión Europea modifican sus roles dentro del marco económico imperante, entonces podría cuestionarse la continuidad de la moneda única. No sería la primera vez que sucede.

1 comentario:

agremon dijo...

Mantendremos el euro durante años. OK. Yo tambié lo creo. En que condiciones (relativas a todo tipo de condicionantes)?