¡Sorprendentes resultados!, claman algunos al ver la cifra de crecimiento de la economía alemana publicada recientemente; nada menos que un 2,2% en tasa interanual. “Esto es fruto de las políticas conservadores aplicadas por el Gobierno de Angela Merkel”, dicen las posiciones defensoras del neoliberalismo (no como en España).
Bonito titular; nos muestran una foto de la situación acompañada de un comentario al pie y ya tenemos tema de conversación.
Pero si profundizamos un poco y somos capaces de mirar la parte posterior de la foto podemos obtener un resultado más objetivo. Resulta que Alemania es el primer país exportador del mundo y basa gran parte de su economía en la demanda externa. ¿Qué ha sucedido para que haya obtenido esta sorprendente cifra de crecimiento? Pues que el tipo de cambio euro-dólar les ha sido muy propicio. Una devaluación del euro respecto al dólar ha supuesto unas mayores compras por parte del resto del mundo; un dólar más fuerte supone compras más baratas. Así de sencillo.
Pero el problema de Alemania sigue estando en casa, en su demanda interna. Sus dirigentes no están tan contentos como podía parecer a simple vista, son prudentes y saben que a medio plazo la economía alemana podría tener serias dificultades si los países importadores no se recuperan, véase el caso de EEUU, importador por excelencia. Con una baja demanda interna y problemas persistentes en la economía mundial, Alemania también sufrirá.
La economía es algo más que titulares y datos inconexos.
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