Política y Economía suelen ir de la mano, incluso muchas veces es difícil diferenciarlas, mismos personajes, mismos trajes, mismos lugares de reunión.
Lo anterior viene al caso porque he aprovechado para ver nuevamente la película “El señor de la guerra” (las vacaciones también sirven para esto), protagonizada por Nicolas Cage y basada en un hecho real que se sitúa en el mundo globalizado del tráfico ilegal de armas. Una esfera más del sistema económico. Vista con detenimiento, la película da mucho juego para analizar otro sistema de producción capitalista que no se ve en los medios de comunicación de masas y que no es otro que el de la fabricación y venta de armas; al fin y al cabo se trata de un sistema de producción en serie y se precisan consumidores para dar salida al stock que se va acumulando.
La película narra el comercio ilegal de armas, el negocio que supuso para los países desarrollados, sobre todo tras el fin de la guerra fría. Los grandes arsenales que estos países tenían guardados ya no eran necesarios. ¿Quiénes fueron sus compradores? Países africanos sobre todo, envueltos en continuos conflictos bélicos, donde dictadores sin escrúpulos se enfrentaban a su propio pueblo que vivía en condiciones de miseria.
Sorprende ver en la película como los propios países desarrollados protegen a los traficantes de armas para que continúen con sus actividades delictivas. Una guerra armada necesita al menos dos contrincantes; si uno de ellos ya se encuentra armado será necesario que el otro bando consiga “legalmente” las armas para defenderse y, existen países con un importante sector armamentístico dispuestos a proporcionarlas.
Es ficción, pero no muy lejos de la realidad.
Oficialmente, y con datos de 2005, ¿saben qué países son los mayores exportadores de armas? Por este orden, Rusia, EEUU, Francia, Reino Unido y Canadá, ocupan los cinco primeros lugares en el ranking, con un volumen aproximado de 16.000 millones de dólares; España ocupa el honroso puesto número 16 con 75 millones de dólares.
Y, ¿quiénes son los compradores? Entre los diez primeros países, y en función del porcentaje que representan sus compras sobre su producto interior, tenemos: Eritrea, Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Jordania, Armenia, Namibia, Sudán, …; sorprende ver a Israel (no tanto) y a Grecia entre los diez primeros.
Es conocido que algunos de estos países importadores no destacan precisamente por tener sociedades democráticas, derechos humanos, estados de bienestar, etc.; la mayoría poseen recursos naturales muy codiciados por los países desarrollados, véase el caso de Eritrea, que además de poseer una situación estratégica en el mar Rojo, cuenta con yacimientos de mármol, granito, plata, cobre, zinc, oro y sílice; o el caso de Namibia, cuyos recursos principales son los diamantes y el uranio, o Sudán con petróleo y oro, por poner algunos ejemplos. Pero a pesar de disponer de estos recursos naturales, la situación de su población deja mucho que desear, muchos viven en condiciones de miseria que frecuentemente terminan en guerras civiles o en luchas contra sus países vecinos.
El tráfico de armas es otra parte de la economía que normalmente no aparece en los medios de comunicación ni en los libros de textos.
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