martes, 29 de diciembre de 2015

Más es menos o menos es más.

Estos días apacibles, rodeado de cierto espíritu navideño, me permiten dedicar algunas tardes a hojear lecturas que en otro momento me sería muy difícil atender. Una de estas recientes lecturas trata sobre un tema que aparece de manera habitual en diversos medios de comunicación, las pensiones de jubilación, y de manera implícita cómo conciliar la vida familiar y el desempleo juvenil, entre otras. Realmente lo que se plantea no es tanto cómo resolver un problema sino el hecho de que tenemos una estructura demográfica que difiere de la existente en décadas pasadas y que precisa llevar a cabo algunas actuaciones para evitar problemas futuros. Partimos del hecho constatado de que vivimos más tiempo y en mejores condiciones de salud, en términos agregados (como dicen los economistas). ¿Qué se nos plantea de cara a un futuro no muy lejano? Aumentar la edad de jubilación al tiempo que se reducirían las jornadas de trabajo durante nuestra vida laboral.
 
De entrada podría parecer una buena idea. Vale, dejémoslo simplemente en una idea. No muy recomendable en algunos trabajos que requieren una alta dosis de esfuerzo físico, pero probablemente en otros de mayor carga intelectual (digamos mental) se podría aumentar la vida laboral, por ejemplo, hasta los 70 años. Aquí tenemos una primera cuestión a resolver. ¿De manera opcional u obligatoria?
Si se paran a observar la realidad del mercado laboral podrán comprobar que la segunda alternativa no difiere mucho de lo que sucede en la actualidad. Contratos precarios, de semanas, días, incluso horas, implica tener que trabajar hasta edades avanzadas, muy avanzadas, para tener derecho a una prestación por jubilación. Da la impresión de que la solución al problema ya está en marcha (los jóvenes trabajarán menos horas, tendrán más tiempo y todo ello a cambio de una jubilación que nunca llegará), y sin que nadie les haya preguntado.
 
Pero volviendo al tema (la reducción de la jornada laboral), y suponiendo que fuese una opción (una utopía), se me plantea otra cuestión que no he podido ver resuelta en estas lecturas (no digo que no exista). ¿Reducimos horas de jornada y mantenemos el mismo salario?, o ¿reducimos horas y salario?
 
De darse el primer supuesto nos encontraríamos con unos costes laborales que sufrirían un incremento muy importante (mismo salario por menos horas), lo que reduciría la competitividad de nuestros bienes y servicios, salvo que se llevase a cabo un incremento de la productividad que compense la reducción de jornada (producir lo mismo trabajando menos). Algo que parece improbable, máxime si tenemos en cuenta que somos incapaces de aumentar actualmente nuestra productividad (producir más con los mismos recursos). Recuerden que la productividad también se mejora con inversiones en tecnología, maquinaria,… y no solo reduciendo plantillas, a pesar de que muchos solo vean esta solución.
 
Vistas sus pocas posibilidades de desarrollo pasamos al segundo supuesto. Reducimos horas y salario. ¿Qué conseguimos? De entrada tendríamos más horas para atender a nuestros hijos,  es cierto, pero también menos ingresos para satisfacer tanto sus necesidades como las nuestras, y quizás (con muchas dudas) se lograría disminuir algo el desempleo juvenil al tener que cubrir las horas necesarias para continuar produciendo al menos el mismo número de bienes y servicios.
 
Salvo que el espíritu de la navidad me distraiga en mis razonamientos esta opción de menos trabajo y menos salario me lleva al resultado de que seríamos más pobres aunque con más tiempo libre, y que tendríamos que trabajar hasta edades en las que lo único que aflora son los recuerdos. Al final menos, menos, (trabajo, salario) es más, más, más (pobres, ociosos, viejos).
 
Como diría el maestro Jedi: en esta propuesta algo falta.

1 comentario:

agremon dijo...

Quizais cun cambio de mentalidade pódese redefinir os termos riqueza/pobreza e ter unha saída por aí... Pero creo que iso non sirve para hoxe. Pode que para mañá...