Hace años, en algunos círculos académicos, se podían oír algunas voces críticas respecto al predominio que había adquirido la economía financiera sobre la economía productiva; el negocio rápido y la plusvalía fácil se valoraban mucho más que la rentable y pausada labor productiva, es más sencillo convertirse en especulador que en innovador.
El sociólogo francés Alain Minc proponía en uno de sus libros las causas que explicaban el crecimiento de la actividad especulativa:
La liberalización de los mercados y la explosión de las finanzas.
El individualismo (prevalencia de los intereses particulares).
El hundimiento de las grandes instituciones (Estado, Iglesias, partidos, sindicatos) que destilaban una moral tradicional según la cual el dinero era un mal menor o un pecado.
La influencia del modelo cultural americano.
La desaparición de la lucha de clases y de los conflictos sociales.
La aparición de personajes emblemáticos, deshonestos y tramposos.
El paso casi natural del culto a la empresa al gusto por los beneficios, y de este último al enriquecimiento personal.
El sentimiento de impunidad por el clima social.
Las normas jurídicas, que únicamente sostienen el edificio de la “sociedad oficial”, pero al lado quedan cada vez más “zonas grises”: difícil distinguir entre lo permitido y lo prohibido, la autoridad legítima y los poderes ilegales, …
Claro que J. K. Galbraith recordaba que la “cultura del pelotazo” ha existido desde que nació el capitalismo, allá por el siglo XVII, hasta el punto de considerar la especulación connatural con la economía de mercado.
Una vez que en la mente habita una determinada visión del mundo, se tiende a considerar sólo los casos que demuestren que se está en lo cierto. Paradójicamente, cuanta más información tenemos, más justificados nos sentimos en nuestras ideas. N. N. Taleb.
viernes, 6 de agosto de 2010
Economía financiera versus economía productiva.
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1 comentario:
Moito antes da aparición de termos como capitalismo, economía de mercado e tantos outros, houbo un italiano que pensaba (aínda que nunca saíu da súa boca) aquelo de que "o fin xustifica os medios".
Así, semella que os que manexan o cotarro dedicaron gran parte do seu tempo a leer a Maquiavelo.
Non pode ser doutro xeito.
Saúdos.
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